Capítulo 2: Elegancia y sensualidad...

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- ¿Quién es ese tío? -doy codazos a Amber que se encoge de hombros igual de atónita que yo-

- He oído que la señora Adams estará de baja unos meses... -me susurra mirándome y mi mueca se vuelve una sonrisa-

- ¿¡En serio!? -casi grito-

Bueno, no fue un grito, pero el silencio sepulcral de la clase admirando a ese hermoso hombre que había entrado por la puerta hizo que pareciese un grito, aunque, ¿qué diantres? Claro que quería gritar de alegría, ¿la señora Adams de baja? Lo que yo creía que iba a ser un día malo acababa de dar la vuelta por completo y se había convertido en el mejor día de toda mi vida...Bueno, exceptuándolo de aquel concierto de Ed Sheeran, sí, aquel sin duda fue mi mejor día...¡pero este era el segundo mejor día de mi vida!

- Esto hay que celebrarlo -vuelvo a susurrar sonriendo y Amber ríe- ¡Es el segundo mejor día de mi vida Amb! -gesticulo con mis manos y ella rueda sus ojos con una sonrisa de lado-

- ¿Y el primero? -su gesto se vuelve divertido-

- ¡El concierto de Ed! -La miro fulminante y ella ríe más-

Sabe de sobra que ese día jamás se nos va a olvidar.

- Oh, cierto... -sonríe- Creía que te referías a cuando aprendiste a montar en bici... -se muerde el labio reprimiendo una sonrisa y golpeo su brazo provocando de nuevo su risa-

Jamás aprendí a montar en bici...Un carraspeo de garganta hace que mi vista vuelva a ese hombre que tenemos frente a nosotras. Alto, cuerpo fornido y perfectamente delineado por ese traje caro. Su pelo perfectamente peinado hacia atrás, pero desde aquí puedo divisar un rebelde remolino que divide su pelo en dos, quedándole unos mechones sueltos por la frente. Su cara es una combinación entre lo angelical y lo divino de un dios griego: mandíbula marcada, nariz fina, labios carnosos, una sonrisa algo tímida y nerviosa, pero presiento será muy sensual, y debajo de unas gafas de pasta negra una mirada que hace que tu cuerpo arda con tan solo un pestañeo. Muerdo mi labio inconscientemente, apretando la tela de mi mochila entre mis dedos. Todas las alumnas aquí presentes estamos ligeramente inclinadas hacia delante sobre nuestro pupitre, como si así pudiésemos tener una mejor perspectiva de ese hombre hermosamente intimidante.

- Buenos días, mi nombre es Matthew Bomer, pero podéis llamarme Matt -sonríe y confirmo la regla, su sonrisa es arrebatadoramente sensual- seré vuestro nuevo profesor de Historia del Arte -tamborilea sus dedos nervioso sobre su mesa, toda la clase, en silencio, está atenta a cada palabra que él dice, lo nunca visto- vuestra profesora, la señora Adams, estará de baja unos meses por problemas de salud -arquea una ceja cuando los murmullos empiezan a incrementarse- ¿ocurre algo? -ahora es él el que se reclina ligeramente hacia delante-

Sin pensármelo alzo mi mano y, sin saber porqué, mis labios se curvan en una sonrisa de lado cuando consigo atrapar la atención de esos preciosos ojos azules.

- ¿S-sí? -sus largos dedos me señalan, cediéndome la palabra-

Noto como humedece sus labios con la punta de su lengua, rápida y sensual, me hace jadear.

- Usted será nuestro nuevo profesor de Historia del Arte, ¿no es así? -asiente despacio sin dejar de mirarme- ¿por el resto del curso? -ladeo mi cabeza y todas las miradas vuelven a él-

- Solo hasta que la señora Adams se recupere -me responde educado-¿algo más? -puedo percibir que sus labios se curvan ligeramente-

- Sí... -adopto una postura recta en mi pupitre y pienso algo que decir- em...bueno...la señora Adams -alzo mi vista de nuevo hacia él. Le veo rodear con pasos cortos su mesa, se mueve cómodamente pero con elegancia en ese traje que se ajusta a su cuerpo- ella... -titubeo mirándole y muerdo mi labio inconscientemente. Se sienta en el borde de su mesa, cruzando una pierna por delante de la otra y mantiene las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de lino- bueno, ella nunca... -miro de reojo a Amber que alza una de sus morenas cejas sin comprender- ella nunca faltaría...quiero decir que, debe ser algo bastante grave para que... -finjo un suspiro dramático- no pueda asistir a sus clases, es una señora muy...correcta -ruedo los ojos y Bomer sonríe divertido. Creo que ha notado que Adams no es el tipo de profesora con la que confraternizar-

Cruza sus brazos mirándome por encima de sus gafas de pasta negra.

- Todo ser humano tiene posibilidades de enfermar señorita -se encoge de hombros sin dejar de sonreír, creo que esto le divierte-

- Las probabilidades de que la señora Adams no venga a clase son...mmm...no, creo que es imposible, señor Bomer -sin saber porqué susurro su nombre algo sensual y su pecho se hincha ligeramente provocando que su sonrisa se borre-

- Probablemente, sí, sea yo vuestro profesor hasta que acabe el curso -aprieta sus labios y se escuchan risitas- Bien, todo el mundo, abran sus libros por la págima 69, la señora Adams me ha dejado una serie de tareas para vosotros... -sonríe inocente ante las quejas y río mirando a Amber-

- ¿Qué? -ella alza sus cejas sonriendo pilla- ah no, conozco esa sonrisa -advierto sonriendo. Ella simplemente sonríe mirando a Bomer y luego a mí- ¡¡Amb!! -ríe tapando su cara-

- Vamos, reconoce que habéis tenido... "feeling" -comillea con sus dedos y ruedos los ojos-

Miro a Bomer, sentado en el borde de su mesa, ojea uno de los viejos libros del Arte Griego, muy apropiado. Sonrío para mí mordisqueando el capuchón de mi bolígrafo y...me decido...

El nuevo profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora