Capítulo 11: "Dulce locura"

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- Ven hoy a mi casa... -sus dedos jueguetean con mi pelo, adormeciéndome-


Es una sensación tan pacífica y relajante.


- ¿Tu casa? -alzo una ceja pero sonrío a medias-


Asiente despacio sin dejar de mirarme con una sonrisa tierna. Sus brazos me tienen rodeada, atrapada, y creo que no me dejará ir hasta que no le dé un "sí" por respuesta.


- ¿Estará bien visto que una alumna visite la casa de su profesor ? -recalco lo último y su sonrisa es contagiosa-

- Fuera de aquí dejamos de tener la relación de alumna y profesor, Eider... -mete un mechón de pelo tras mi oreja-

- Oh vaya, pensaba que en todo momento "eres-mi-profesor" -vuelvo a recalcar y pone sus ojos en blanco sonriendo-

- Para mí dejas de ser mi alumna, eres simplemente una joven, soñadora, con ganas de saber... -me mira atento- una chica muy lista y curiosa -da un toquecito en mi nariz con su dedo-


Sonrío como una cría a la que le han prometido ir a jugar al parque tras hacer sus deberes. Mi tripa no deja de darme vuelcos de alegría y mi subconsciente, que creo tiene vida propia, no deja de gritarme que le bese, que olvide todo lo que somos y comience de cero, como dos desconocidos que quieren amarse de por vida. Creo que los pensamientos novelísticos de Amber me están afectando a mí también...


- ¿Como dos personas normales, que se conocen por casualidad, y quieren saber más el uno del otro? -él asiente a mi frase y sonrío acercándome a sus labios-

- ¿Me dejarás conocerte más allá de los libros, Eider? -le miro a los ojos-


Eso sí que sonó como una frase de novela de amor. Y por su puesto que sí, ahora lo tengo claro, quizá no esté tan bien escrita, ni sea tan emocionante como una de las novelas de amor de Amber... pero yo quiero escribir una en mi vida, y que sea con este hombre. Estoy dispuesta, a sumergirme más allá de las páginas de nuestra historia, y dejarnos llevar por las palabras ahí escritas, que ese sea nuestro destino.


- Sí -sonríe sobre mis labios- por supuesto que sí... -agarra mi cara y me besa tan dulcemente que podría convertirme en el azúcar de su café de un solo toque-

- ¿Vendrás entonces?... -acaricia la parte baja de mi espalda, dejando besos cortos por mis labios-


Río por su ternura y le rodeo por el cuello. ¿Quién podría negarse a esta dulce locura?


- ¿Cómo unas clases particulares? -me mira y su ceja se arquea en forma de que está ideando un pensamiento-

- De siete a ocho y media lo tomaremos como clases particulares, a partir de esa hora seremos dos personas normales que han quedado para una cena -mis labios se curvan en una sonrisa- ¿Qué te parece? -sonríe él ahora y acaricio su pelo-


Es tan suave como el algodón, y se desliza entre mis dedos como la seda.


- ¿Cómo una cita entonces? -me encojo de hombros apretando mis labios en una sonrisa inocente-


El nuevo profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora