Capítulo 7: "La manzana prohibida"

45.4K 1.9K 470
                                    

El aula está en silencio ahora, tan solo se escucha el sonido de los bolígrafos al escribir y los pasos lentos del profesor Bomer, quien recorre toda la clase parándose en algunos pupitres para echar un vistazo a lo que redactamos. 

Noto mis manos sudar, y mis dedos temblorosos agarran el bolígrafo, intentando que mi letra salga lo más legible posible. Mi mente no deja de vagar por mis pensamientos acerca del Señor Bomer, no puedo dejar de considerarle como alguien demasiado atractivo y cautivador, pero que aún sigue siendo mi profesor, ante todo. Suspiro frustrada y dejo a un lado estos pensamientos, concentrándome en lo que escribo, intentando no alzar la mirada para observarle... Ya lo hice un par de veces en las que, vergonzosamente, me pilló de lleno, mirándole como una obsesa. ¿Pensará que estoy loca? ¿¡Y si eso le hace rehuir de mí!? Vuelvo a suspirar encogiéndome en mi pupitre y aprieto mi bolígrafo.

De pronto su dedo índice está tamborileando en mi hoja, sobresaltándome. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me percaté de que él estaba a mi lado, leyendo lo que he ido escribiendo. ¿¡Cuánto tiempo llevará ahí, y yo sin darme cuenta!?

Alzo mi mirada despacio y vuelvo a jadear. Su cuerpo se ve tan escultural bajo esa camisa apretada y ese vaquero ajustado. Eres tan excitante, condenado Bomer...

- Interesante... -ladea su cabeza leyendo una de las frases, creo que en la que especifico que me gusta el Arte porque mi madre era restauradora-

Sí, es por eso por lo que estudio Arte, papá se empeñó en que tenía que ser una viva imagen de mi madre...

- Muy interesante... -Los ojos de Matt no dejan de mirar mis respuestas-

Y, sin saber porqué, esta conversación me está recordando a la que mantuvimos el otro día en la cafetería, cuando justamente le dije que me parecía un hombre muy... "interesante". Contengo el aire y mis ojos dan un vistazo rápido a Amber, quien me alienta con su mirada. Suspiro y asiento.

- Por eso amo el Arte, Señor Bomer... -le miro a través de mis pestañas y sonríe de lado-

Dobla su espalda, apoyándose en mi pupitre con sus brazos y roza su hombro con el mío. Jadeo tensa. Su piel parece transmitir calor a través de la fina tela de la camisa, la cuál se ajusta a su biceps, fuerte y moldeado. Su perfume embriaga mis sentidos, nublándome la razón. Huele a fresco y limpio.

Muerdo mi labio, jugueteando nerviosa con el bolígrafo entre mis dedos y aprieto mis piernas bajo la mesa. Necesitaré algo muy sensato para poder contenerme ante tal decanto de descaro...

Le escucho gruñir y su mirada se vuelve un poco más oscura. Agarra mi mentón y con su pulgar suelta mi labio de entre mis dientes, noto sus dedos como una descarga, que arde y culmina más abajo de mi barriga. Jadeo conteniendo un gemido. Necesitaba tanto volver a sentir su tacto.

- ¿Qué te dije acerca de eso, Eider? -susurra con voz firme y desafiante-

- Que no debía morder mi labio... -siseo un jadeo casi audible-

Asiente, con una burlona, pero jodida y seductura, sonrisa de lado.

- Buena chica... -mira mis labios y trago un nudo por mi garganta-

Le siento muy cerca de mí, como si ambos estuviésemos solos, aislados entre cuatro paredes. Apartados del resto del mundo, en un lugar donde podamos hablar y decirnos todo y cuanto deseemos, poder tocarnos y sentir esa descarga, que recorra nuestra columna hasta lo más hondo de nuestro ser. Sucumbir a la manzana prohibida, mordiéndola, como hizo Eva en el paraíso. Ser yo ella, que él sea la manzana, morder sus labios. Besarnos. Hacer sonar nuestros labios con besos prohibidos, llenos de lujuria... Recorrer nuestros cuerpos con nuestras manos, moldeándolos con ellas, como si de esculturas de barro se tratasen. Fundirnos como si fuésemos solo uno, como en la película de "The Ghost". Dejándonos llevar, sucumbiendo al placer, excitarnos con tan solo mirarnos, alcanzar el alba sin haber dormido en toda la noche, recibir a una nueva mañana con gemidos y empapados en sudor, pero uno cálido, que me obligue permanecer recostada en su pecho desnudo, llenarlo de besos, que me rodeé con sus brazos, protegiéndome...

- Eider... -jadeo al sentirle pronunciar mi nombre- Ya ha acabado la clase... -pestañeo rápida, volviendo de mi ensoñación-

La campana que avisa del fin de clase deja de sonar. Noto mi cuerpo acalorado como si estuviese flotando en una nube. Le veo sonreír y recoge mi hoja girándose para volver a su escritorio.

- Muy bien chicas, dejad vuestras redacciones en mi mesa antes de salir por favor, gracias -y por fin, logro coger aire, ya me sentía ahogada- ¡Hasta mañana! -se va despidiendo de todas las alumnas con una de esas sonrisas maravillosas-

Creo que me acabará volviendo loca como esto siga así...

- Quédate la última... -susurra Amber agarrando mi mano para que no me levante- Cerraré la puerta antes de salir -sonríe y me guiña un ojo-

- Amber... -abro mucho los ojos- No creo que...sea el momento indicado -susurro nerviosa mirando a Matt, quien termina de explicarle una duda a Bárbara, una de las alumnas-

- Oh, ya lo creo que sí lo es -ríe- Tienes que atacar Eid, vamos...¿cuándo si no? No creo que tengas muchas más posibilidades de volver a coincidir con él si no es aquí... -suspiro y asiento-

¿Confesarle a mi profesor que estoy loca por él?... Confirmado, esto es de dementes.

- Pero seguro es un tipo aburrido... -intento excusarme y Amber rueda sus ojos- es un profesor...los profesores son aburridos -me encojo de hombros intentando crear una imagen poco hipotética de ese maravilloso hombre-

- Pues... tendrás que comprobarlo entonces -cuelga su mochila en su hombro y pone sus manos en los míos- sé tú misma y... adelante -sonríe emocionada y mis nervios aumentan-

¿Cómo se supone que debe acabar esto?...

- Amb... -niego con cara de disgusto-

- Ah, ah... ya me contarás -besa mi frente y sonríe- ¡Suerte! -medio susurra echando a correr- ¡Adiós profesor Bomer! -se despide-

- Hasta mañana señorita Davis -Matt sonríe y Amber cierra tras ella-

Cojo aire y me doy ánimos a mí misma, es ahora o nunca...


El nuevo profesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora