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— Haru, ¿estás muy ocupada?— preguntó su madre luego de haber tocado la puerta de su cuarto un par de veces. La nombrada se encontraba recostada en su cama observando el techo, intentando asimilar todo lo que había sucedido en clases.

Luego de aquel pequeño espectáculo, el resto del día había transcurrido con normalidad, algún que otro cruce de miradas incómodo y un par de preguntas más de parte de Jungmin. A su suerte, ésta última en ningún momento la había presionado para que le contestara, lo que hacía que Haru aumentase aún más su aprecio por su nueva compañera.

La madre de Haru chasqueó los dedos desde su lugar, intentando que su hija bajara de las nubes. La menor tan solo posó su vista sobre ella y se quedó unos segundos en silencio intentando seguir el hilo de lo que su madre le había preguntado.

— No, ¿por qué?— respondió cuando finalmente las palabras habían podido salir de su boca.

— Porque iba a visitar a los Jeong y necesito ayuda para llevar algunas cosas.

Con tan solo escuchar aquel apellido, todas sus alarmas se encendieron y su plan se vio amenazado. Claro que no, la simple idea de tener que pisar su casa la repelía.

— Yo... de hecho estoy bastante ocupada, mamá— mintió rápidamente la menor, poniéndose de pie y dirigiéndose hasta su escritorio.

— Sí, claro. Prepárate y baja en cinco minutos si no quieres que corte el wifi de la casa.

Suspirando y tirándose nuevamente en su cama, Haru volvió a sentir odio hacia el universo y los planes que éste le estaba poniendo por delante. Ya tenía suficiente con vivir literalmente enfrentados y ahora el hecho de que tendría que verlo a diario en clases, ¿por qué el destino no le dejaba tener un poco de dignidad tranquila?

— ¡Haru, no tenemos todo el día!- gritó su madre escaleras abajo.

Con muy pocas ganas de existir, la nombrada se levantó y rápidamente cambió su uniforme escolar por ropa más cómoda y abrigada, el frío de inicios de enero aún le calaba los huesos y no deseaba un resfriado en aquel momento. Ni bien bajó por las escaleras, su madre la cargó con una serie de tuppers, llenos de lo que suponía era comida, y la dejó atrás saliendo por la puerta principal.

Pareciendo su esbirra, Haru la siguió hasta la casa del frente donde la mayor tocó el timbre. La puerta no tardó en abrirse y los oídos de Haru, en sangrar. Ambas mujeres se encontraban chillando de la emoción mientras que la menor sostenía todo lo que su madre le había dado. Al parecer eso de necesitar ayuda era solo una excusa para traerla consigo.

— ¡Gayeon, Haru, pasen!— exclamó la señora Jeong antes de hacerse a un lado e indicarles amablemente con el brazo que se adentraran en la casa.

— Traje de tus postres favoritos— dijo emocionada su madre una vez que se encontraban en la sala de estar, señalando a Haru que aún tenía los brazos cargados.

— ¡Por Dios, Gayeon! ¡Pobre niña!— exclamó la señora Jeong antes de tomar todos los tuppers de los brazos de Haru y dejarlos en la mesa.

— ¿Qué pobre niña? No iba a dejar que se quedara todo el día encerrada en su cuarto haciendo nada como siempre— le restó importancia su madre. Haru tan solo rodó los ojos en lo que volvía a sentir sus brazos.

— Estos adolescentes de hoy en día...— y ahí comenzaba la charla de ambas mujeres que aún no podían aceptar que ya no eran tan jóvenes como les gustaría. Ya saben, lo de siempre.

Luego de servir toda la comida en distintos platos distribuidos por la mesa y preparar un poco de té, ambas mayores se sentaron a charlar mientras que Haru solo las ignoraba y sonreía cuando así creía necesario como para no recibir un regaño luego. No fue cuestión de mucho tiempo para que la menor allí presente se perdiera nuevamente en sus pensamientos, y como si alguien los leyera y quisiera jugarle una mala pasada, la puerta principal de la casa no tardó en abrirse.

𝗣𝗟𝗔𝗬𝗙𝗨𝗟 𝗦𝗠𝗜𝗟𝗘 • jeong jaehyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora