𝗣𝗟𝗔𝗬𝗙𝗨𝗟 𝗦𝗠𝗜𝗟𝗘 • jeong jaehyun

O5

11 años

ENERO YA ESTABA FINALIZANDO y eso indicaba una sola cosa para los alumnos de su escuela: el festival deportivo de invierno. La nieve de Seúl ya se había derretido y, aunque el clima aún estuviera frío, todos los años por esas fechas se festejaba aquel festival. Para Haru era el momento perfecto para divertirse con sus amigos y descansar de las clases. Lástima que tenía un solo amigo y ese era Jaehyun.

Aún así, Haru decidió que iba a aprovechar todo el día para pasarla bien e ignorar la noticia que le habían dado sus padres el día anterior; si el jefe de su padre accedía a ascenderlo, dentro de no mucho se tendrían que mudar a otra ciudad.

La noticia claramente había sido un tanto shockeante y al mismo tiempo, triste. Debía de admitir que no quería irse, no estando su mejor amigo allí y sabiendo que luego no lo vería tan seguido. Pese a todo esta información, Haru decidió que no quería pensar más en ello ya que aún no era seguro y, además, si es que terminaba siendo así, no quería que sus últimas semanas en Seúl fueran tristes, por lo que cambió su triste expresión una vez que vio a Jaehyun sentando en las gradas.

— ¡Hey!— se dejó caer sentada justo al lado de él, quien la miró sobresaltado— Toma— le extendió una cajita de jugo de durazno y un gimbap, el cual tenía la mitad del envoltorio de plástico perfectamente cortado.

¿Cuánto tiempo se había demorado en sacar parte del envoltorio tan perfectamente, sobre todo cuando el alga del gimbap se rompía tan fácilmente? Pues le había tomado unos diez minutos. Pero valieron la pena, ella sabía perfectamente que eran los favoritos de Jaehyun y había gastado todo el dinero de su almuerzo en ello.

— Vete— contestó él sin más, volviendo su vista al frente y provocando que Haru se quedara recalculando unos segundos, hasta que él volvió a repetir— Que te vayas.

¿Qué bicho le había picado hoy? O mejor dicho, hace unas semanas, porque desde hacía un tiempo que había comenzado a comportarse extraño, sin embargo nunca había sido como lo que acababa de suceder. "Quizá solo quiere estar solo" pensó ella, por lo que decidió darle lo que había comprado para él y luego se largaría.

— Toma, son tus favoritos, ¿no?— Haru tomó su mano y la abrió dejando sobre su palma el perfecto gimbap, pero como respuesta solo obtuvo aquella mirada de fastidio.

— Vete, Haru, no molestes ahora— Jaehyun, repitiendo la misma acción que la niña, tomó su mano y dejó sobre esta el gimbap con un poquito menos de delicadeza que terminó rompiendo parte del bocadillo.

— Ya me iba, solo quería dártelo...— la voz de Haru había sonado como si hubieran destruido todos sus esfuerzos, lo que en realidad así era.

Entendía que quizá había sucedido algo o que simplemente estuviera de mal humor, pero no pudo evitar sentirse un poco dolida porque jamás le había hablado de tal manera. Sí, muchas veces le dijo que se largara, pero jamás lo había dicho con el mismo tono de voz que esa vez y, de hecho, mentía; se sentía bastante dolida.

Aún así, Haru no dijo nada más y se puso de pie, dejando al lado del chico la botella de jugo que había comprado para él mientras el ambiente se tornaba cada vez más incómodo, sin embargo la situación no hizo más que empeorar cuando una compañera de ambos se acercó hasta ellos.

— ¿Jaehyun?— preguntó la misma entusiasmada, ofreciéndole no sólo una sonrisa amable a él sino también a Haru.

Ella la reconoció rápidamente, se llamaba Ahn Yewon y era bastante popular tanto por su personalidad simpática como también por su apariencia.

— ¡Vamos, el resto te está esperando!— nuevamente con una sonrisa de oreja a oreja, Yewon se vio aún más bonita de lo que ya era— ¿Quieres venir con nosotros, Haru? Comeremos todos juntos en...

Viéndose interrumpida por Jaehyun, quien se puso de pie y bajó rápidamente los escalones de las gradas, Yewon mostró una expresión de confusión e incomodidad antes de ofrecerle un amable saludo a Haru y apurarse a seguir los pasos del chico.

Haru se quedó inmóvil en su lugar por unos segundos hasta que decidió volver a tomar asiento. No era un secreto que Jaehyun solía estar rodeado de gente, siempre había sido bueno relacionándose con el resto y eso solo lo hacía más entrañable. Pero por otro lado, Haru era todo lo contrario, su personalidad molestaba a sus compañeras y los niños solo la molestaban por su muy evidente flechazo en Jaehyun.

Observó su mano, que aún sostenía aquel gimbap roto y a su lado, a la botella de jugo. Resignada por ni siquiera poder almorzar eso porque ninguna de las dos cosas eran de su agrado, Haru suspiró con pesadez notando como era la primera vez que le importaba sentirse así de sola.

●●●

El cierre del festival estaba a punto de suceder y el padre de un compañero de su curso había donado fuegos artificiales a la escuela, por lo que algunos maestros los encenderían para celebrar. Si bien esa era la única ventaja de tener compañeros ricos, Haru se preocupó por los animalitos que se asustarían por las fuertes explosiones en el cielo. Aún así, dejando de lado lo último para no ponerse triste, decidió buscar a Jaehyun con la esperanza de que se le hubiera pasado el enojo de más temprano. Ya luego aprovecharía para preguntarle qué rayos le había sucedido en la mañana para estar de tan mal humor.

Le tomó al rededor de diez minutos dar varias vueltas por las instalaciones, pero no lo pudo encontrar. No estaba en el patio ni cerca de los baños, por lo que los únicos lugares restantes eran las aulas. Se dirigió directamente a la de su curso ya que era más probable que se encontrara en ella y bingo, sí estaba allí, pero al ver que tenía compañía Haru detuvo su mano que estaba a punto de abrir la puerta.

Un leve frío recorrió su cuerpo al notar como Yewon, quien era la persona que se encontraba a su lado, ponía torpemente las manos sobre los hombros de Jaehyun, y sintió cómo su respiración paraba por completo al verla ponerse de puntas de pie e inclinarse hacia él. Los fuegos artificiales explotaban en el cielo fuera del edificio y los estudiantes ya disfrutaban del hermoso espectáculo de colores, sin embargo los sonidos y la mezcla de emociones que sentía en aquel momento no hacían más que aturdirla.

Haru levantó la mano del pomo de la puerta y retrocedió algunos pasos. Sabía que no le correspondía ver aquello, así que luego de unos segundos se dio la media vuelta y comenzó a caminar por los solitarios pasillos de la escuela con dirección a su casa. Sus ganas de estar en aquel lugar se habían esfumado.

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