Permiso

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Capítulo 1

Siempre preferiré pelear contra un adversario, perder contra un completo extraño a exponer mis sentimientos y emociones, es más fácil combatir cuerpo a cuerpo y salir lastimado físicamente a que le des la oportunidad a cualquier persona de herir tu corazón.

Nunca le he dado la oportunidad ha nadie de acercase a mi tanto que en algún momento pueda provocarme dolor solo por dejarlo entrar a mi vida, tampoco busco hacerlo en un largo tiempo sino es que nunca.

Durante dieciocho años la única familia que tengo me lo ha repetido tanto que se quedó grabado como un tatuaje sobre mi piel. Justo ahora estoy poniendo en práctica mi habilidad de lucha, sabiendo que es la mejor sensación de adrenalina.

Siento un ardor cerca del área de las costillas haciendo que mi vestido sufra de un corte de al menos dos centímetros y se moje con un poco de mi propia sangre.

Saliendo de mis cavilaciones, con la mano derecha agarro el extremo superior de la empuñadura y con la izquierda sujeto con fuerza la parte inferior tomando firmemente la espada entre mis manos, manteniendo los codos doblados contra mi cuerpo, espalda recta, un pie delante del otro sosteniendo mi propio equilibrio y lista para enfrentarme a mi oponente, la hoja se encuentra viendo al suelo permitiéndome moverla con facilidad.

Calix da un paso al frente llevando su espada contra mí, al mismo tiempo yo retrocedo evitando su ataque y con mi espada bloqueo su movimiento, empujo la suya desviándola, dándome la oportunidad de contraatacar provocándole un corte en su brazo, manchando su camisa blanca para después con mi pierna derecha empujarlo por el pecho haciendo que caiga.

Cuando lo veo en el suelo, me acerco bajando mi arma, viéndolo a la cara con una sonrisa de satisfacción, sus ojos están cerrados y cuando me agacho para verificar que no le he hecho tanto daño para que pudiera desmayarse, una de sus manos agarra mi tobillo y me jala hacia él, haciendo que me caiga a su lado, suelto mi espada y llevo mi mano a uno de mis muslos, saco el cuchillo que siempre llevo y lo ubico en la yugular de mi oponente que ya esta a horcajadas sobre mi con el artefacto largo y filoso sobre mi garganta.

-Siempre te confías, Nadine- dice con el ceño fruncido y en tono pausado- Ya estarías muerta.

-Moriría feliz, Calix- digo con una sonrisa ladeada, mientras le giño un ojo.

Niega con la cabeza de forma silenciosa y se levanta de encima de mi cuerpo quitando la espada de mi garganta, se sacude la ropa llena de polvo y voltea a verme con una ceja enarcada.

-¿No piensa levantarte?- pregunta.

-La vida es más hermosa desde aquí abajo- contesto -Deberías probar algún día.

Vuelve a negar soltando un bufido, extiende su mano hacia a mí y dudando unos momentos, al final decido tomarla y levantarme.

-Calix...-digo.

-Tío- reprende -Nadine, soy tu tío, llamame como tal.

-Ya se que eres mí tío, Calix- remarco su nombre -Pero, eres muy joven para que te llame así.

-Tengo 52 años- zanja.

-¿Y?- pregunto -Te conservas muy bien, todas las mujeres de la nación quieren ser la futura señora Wembley.

-No seas exagerada, sobrina- dice luchando por contener una sonrisa -Ahora, debemos practicar más tu habilidad con la espada, siempre das por hecho que tu oponente esta derrotado cuando cae al suelo y eso no es siempre así.

Calix comienza a hablar de la defensa y confianza con la que me desenvuelvo en las batallas de práctica mientras caminamos a nuestra vivienda, finjo escucharlo y de vez en cuando asiento a lo que me dice para que no me regañe y me ponga a practicar con la espada, el arco, la ballesta o cualquier cosa que se le ocurra en esa loca cabecita suya.

Oscura TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora