Capítulo 1

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Era una tarde soleada y yo estaba haciendo la colada de la casa mientras España trabajaba, ordené y limpié para que él estuviera orgulloso cuando regresara.

-¡Romano, estoy de vuelta! - Alargó mi nombre de forma melosa - traigo toma... ¿qué fue lo que pasó aquí?

-¿No es obvio? Limpié un poco el lugar.

O eso pretendía, ya que por alguna razón el librero se había volcado, había ropa mal doblada por todos lados, una ventisca había tirado varios papeles, entre muchas otras cosas que terminaron en desastre.

España dio un suspiro y acarició mi cabeza ligeramente mientras me veía con una sonrisa.

-Bien hecho - pronunció.

Idiota.

Golpeé su mentón con mi cráneo y le quité la canasta de tomates.

Espero que no se haya percatado de mi sonrojo.

-Me encontré con Italia y Alemania en el camino - aun se sobaba donde lo había golpeado - Ita-chan tiene muchas ganas de verte y por ello nos han invitado a cenar.

-No quiero.

Me apoltroné en el sillón ignorando su mirada completamente, pude percibir cómo recogía sutilmente el desorden que yo había causado. Di un mordisco a mi tomate.

-Romano, vamos, es tu hermano y hace tiempo que no lo ves, ¿cuánto más piensas fingir que no te agrada?

-¡Dije que no pienso ir y no voy a cambiar de opinión!

-¿Ni si quiera por que en la cena va a haber pasta, pizza, entre otros guisos similares?

Este idiota es bastante persuasivo, pero supongo que no me importará si es para ir a comer algo bueno...y asegurarme que el bastardo come patatas del novio de mi hermano lo trate bien, tal vez hasta pueda convencerlo de que lo deje.

De repente tenía la cara de España muy cerca de mí. Esos hechizantes ojos verdes casi me hacen olvidar lo que estaba pensando. ¡Qué le pasa?

Le lancé un cojín a la cara.

-Muy bien, iré, pero solo lo hago por la comida.

España sonrió ampliamente como siempre lo hacía, ¿qué ganaba él de algo así? No importaba, pero era realmente lindo verlo de esa manera, supongo que lo que me gustaba de él es que siempre estaba sonriente, con un humor alegre y juguetón que contrarrestaba mi temperamento. Pero obviamente no me iba a dejar llevar tan fácil, se lo pondré tan difícil como pueda, era un juego que me encantaba poner en práctica.

De camino a casa del idiota de Alemania comenzaron a caer truenos y la lluvia descendió de una forma tan potente que al llegar a la entrada de la casa estábamos completamente empapados. Mi saco pesaba toneladas debido a la gran cantidad de agua que había absorbido.

Mi hermano abrió la puerta con una expresión preocupada al vernos y Alemania corrió para traernos unas toallas y ropa seca.

-¿Se encuentran bien? Ve~ Es extraño...estaba tan soleado hace unos momentos.

-Un poco de agua no nos va a matar - respondió tranquilamente España.

-Pueden pasar a la habitación del fondo para cambiarse, los esperaremos en la cocina. - A veces me preguntaba cómo el come patatas no era capaz de cambiar su dura expresión.

Estando ya en la habitación, España se empezó a quitar la ropa con naturalidad a la vez que yo lo hacía, no pude evitar el mirar su abdomen tonificado y aquellas líneas que se marcaban por encima del borde de su pantalón, una tentación de tocarlo me invadió, ahí, entre la escasa luz de la habitación y la ligera sinfonía de la lluvia precipitándose.

Por acto reflejo y sin voluntad de mis acciones levanté mi mano, tratando de controlar las increíbles ganas que tenía de acariciarlo pero viéndolo atontado como si de un hechizo se tratara, un trueno cayó fuerte y roncó, la sorpresa fue tanta que de un momento a otro estaba abrazando a España. Estúpidos truenos, si tan solo no se me erizara la piel cada vez que escucho uno, pero simplemente no los soportaba.

A pesar de lo empapado que estaba España, su torso se sentía tibio en contacto con el mío, era una sensación tan cálida que no quería desprenderme de él, oculté mi rostro en su pecho por la vergüenza e inhalé su aroma, otro trueno cayó haciéndome temblar. Estaba quedando como un completo debilucho, joder.

Pero España solo posó su mano en mi mejilla haciéndome mirar hacia él, tenía tanta vergüenza que no quería verlo, pero entre la sonriente comisura de sus labios, se acercó lento para hacer presión con sus labios en mi frente.

-No tengas miedo, yo te protegeré - me susurró tan suave que dudé si lo había imaginado.

Me desprendí agresivamente cuando me percaté que mi temperatura ahora era más alta que la de él. Me encerré en el baño contiguo, miré el rojo vivo de mis mejillas en el espejo, me enjuagué y terminé de cambiarme.

Continuará...

Change of Heart (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora