Capítulo 15

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Me dieron de alta, había pasado dos semanas y media en el hospital, las primeras dos inconsciente y el resto sin visitas.

El departamento se encontraba demasiado desordenado, por lo que lo primero que hice al llegar fue colocar todo en su respectivo lugar, estaba realmente harto de estar todo el tiempo acostado y sin hacer nada.

Mientras ordenaba me percaté de unas prendas que no reconocí, la probabilidad de que fueran mías eran nulas, jamás vestiría algo como eso y la talla era incorrecta. Por alguna extraña razón decidí olfatear una de las playeras, en ocasiones una persona puede reconocer a otra por medio de su olor, por muy bizarro que parezca. Cierta nostalgia me invadió.

Era similar a cuando reconocías el olor de cierta comida, pero por más que cosquilleaba en la punta de tu lengua el aroma, no podías adivinar de qué se trataba.

Opté por simplemente guardar aquello en una caja llena de cosas viejas.

¿Desde cuándo poseía dos cepillos de dientes? ¿Era sumamente necesario tener un acondicionador? ¿Por qué sentía que en las despensas guardaba demasiada comida chatarra que nunca comería? ¿Desde cuándo colecciono posters de superhéroes? ¿Por qué había tantos comics esparcidos por el departamento?

Parecía que mi hogar no era totalmente mío, era verdaderamente extraña la manera en la que desconocí el lugar por una fracción de segundo. Mi estadía en el hospital me debió haber afectado.

Tocaron a la puerta y casi pude adivinar de inmediato de quién podía tratarse. Esperaba al francés con sus melosos saludos mientras entraba sin permiso; casi pude visualizarlo.

Para mi sorpresa no se trataba de él.

-Hola, Inglaterra – sonrió ampliamente – Francia me envío a cuidarte.

-¿España? ¿por qué? ¿qué...? – sacudí la cabeza – no tienes que hacerle caso a ese sujeto, pero gracias por preocuparte.

Cuando cerraba la puerta en su cara, bloqueó la acción metiendo el pie.

-Lo siento, pero lo prometí.

Dejé exhalar un suspiro resignado.


El español no se despegó un solo momento de mi lado, parecía una especie de enfermera personal, siempre sonreía con todo lo que realizaba, trayéndome cierta nostalgia y envidia por esas risas despreocupadas.

No era porque buscaba reír, pero algo tenía aquella aperlada sonrisa que resultaba ligeramente molesta, tal vez era algún deseo inconsciente de encontrar ese semblante en posesión de otro rostro.

No me permitía moverme, podría asegurar que de ser biológicamente posible él hubiese respirado por mí. Me sentía completamente inútil, pero a la vez era reconfortante permanecer despreocupado en el sofá, lleno de almohadas y cobijas mientras te servían té y algunos antojos que tenía en ocasiones. Podría llegar a acostumbrarme.

Pasaron algunos días y él siempre llegaba e iba a la misma hora sin falta, me había acostumbrado a su presencia, aunque en ocasiones sentía como si le estorbara, ¿cómo no podría ser de otra manera? Seguramente España sería mucho más feliz si todo el tiempo desperdiciado en mí se lo dedicara a Romano.

-No tienes que seguir haciendo esto – clavé mi mirada en el libro que estaba leyendo.

Él se asomó desde la habitación con cara confundida, llevaba un delantal y al parecer había estado trapeando.

Change of Heart (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora