ᴘᴀꜱᴏ ᴅᴏꜱ

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Paso dos: Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio. Ese poder se puede asociar a un Dios o a las relaciones sanas que apoyan entienden y ayudan en el camino de la sobriedad

Había dejado de ir a la facultad por el semestre que me había tenido que internar, obvio que todo el mundo sabía, no les parecía la gran cosa, había comentarios de todo tipo que realmente me importaban un choto, porque lo único que quería era estar bien conmigo y no con el resto.

Una de mis amigas había pasado por casa a verme, a veces iban, a intentar convencerme de ir alguna joda, siempre me negaba, no me pintaba salir con ellas porque siempre terminaban igual, borrachas, drogadas, en un mal viaje que yo no podía volver a tener. Miraba el techo de mi habitación mientras me contaba lo bien que la habían pasado en una fiesta VIP le fin de semana anterior

—No entiendo para que me contas esas cosas, Lucrecia - solté sin mirarla ofuscada por sus anécdotas

—Malena tuviste un mal viaje y juraste drogadicción, no es mi culpa si no querés salir de joda - dijo muy despreocupada haciéndome resoplar mientras me sentaba en la cama y la miraba

—Estuvimos de gira desde el viernes hasta el domingo, estaba tan drogada que ni siquiera sabía donde carajos estaba ¿te parece que no es un problema?

—La malviajaste, no fue tan grave - rodó los ojos y se levantó tomando su bolso —Me voy que vamos a salir con las chicas

—Es martes - le recordé y me acordé que tenía que salir para la reunión en cualquier momento

—¿Ahora te importa el día de la semana? - se río irónica y dejo un beso en mi mejilla saliendo de mi pieza

Sumaba mas razones para dejar de verlas para siempre y abrirme totalmente de ese grupo, me levanté con pesadez revolviendo en mi placard algo para ponerme, me puse unas zapatillas, un jean holgado y un buzo grande por encima, veía en un rincón toda mi ropa de fiestas y me daba ganas de prenderla fuego solo por los recuerdos que me traían.

Realmente desde que entré a rehabilitación había muerto conmigo esa Malena que amaba maquillarse, vestirse a la moda, comerse el mundo, esta nueva Malena era aburrida, siempre estaba de mal humor y evitaba vestirse de manera muy llamativa, no quería llamar la atención como el pasado, pasado que me recordaba lo peor de mi.

Puntual como siempre mi viejo me dejó enfrente a la iglesia unos minutos antes, ideal para fumar un cigarro previo a enfrentarme a casi dos horas de aburrimiento total. Di la primera pitada y reconocí al chico con capucha que se acercaba a mitad de cuadra, me acorde de que me dijo cheta y ya sirvió para ponerme de mal humor. 

Esa palabra me recordaba a lo que era antes, si, era una cheta asquerosa que con la plata de papá salía de gira y se daba la gran vida, esa gran vida me costó mas caro de lo que esperaba, esa era la Malena que había enterrado.

Paso por al lado mío y solo me dió una mirada rápida para luego meterse al salón, terminé en silencio mi cigarro y entre quitándome la capucha para sentarme en la ronda de siempre para escuchar la reunión.

—Hoy vamos hablar de como se sentían cuando estaban consumiendo, cuando llegaban a estar drogados y el después, como era esa sensación de bajar y tocar tierra de nuevo. Se que no es algo bonito de recordar, pero si queremos sanar tenemos que pasar por todas las etapas hasta abrazarnos con nuestra adicción y recordar lo que una vez fuimos antes de ser lo que somos ahora - Juan me la re secaba con sus charlas y ya me había agarrado la ansiedad, odiaba tener que hablar y exponerme frente a todos. 

Mi pierna se movía incansablemente de arriba abajo mientras mordisqueaba el costado de mis dedos escuchando a mis compañeros, podía sentir la mirada de Valentín en mi desde hacía rato, le dedique mi mejor cara de culo sin quitar la mano de mi boca y el solo se sonrió sobrador haciendome enojar más, parecía tener una fijación conmigo.

—Malena, te toca - Juan me sacó de mis pensamientos, aclaré mi garganta enderezandome en la silla

—Bueno, yo, emmm, nada, me sentía bien, que se yo, extasiada, poderosa, supongo - rasqué mi cabeza rebuscando en mis pensamientos, pero no quería recordarlo tampoco — Después cuando bajaba, quería mas y si no había mas buscaba otra cosa que me saciara 

—¿Qué buscabas? - preguntó Juan buscando que siguiera hablando, tomé aire

—Sexo, alcohol, otra droga 

—¿Y al otro día? ¿Cuándo volvías a tu casa?

—Pensaba en cuando iba a salir de nuevo para repetirlo

—¿Alguna vez te sentiste mal por lo que hacías? Es decir, ¿te sentías triste? - hice un silencio bajando la mirada mordisqueando mi labio y suspiré sintiéndome vulnerable como cada día desde que había decidido recuperarme —Esta bien, podés contarnos, sabes que este es un espacio de confianza

—Me sentía triste cuando pensaba en lo que podría pensar mi madre de mi si me veía así - hice una mueca con mi boca y sentí la mano de un compañero en el hombro dándome ánimos, era normal quebrarse o sentirse peor hablando, pero era verdad que te liberaba

Cuando fue el turno de Valentín dijo cosas parecidas a las que dije yo, en realidad todos lo hicimos, nos sentíamos increíbles, tocando la cima de la montaña hasta que caíamos en la realidad. Algunos estaban en peor situación porque no siempre tenían dinero para comprar lo que consumían y esas historias solían ser mas crudas que la mía, cuando yo siempre tuve todo el dinero que quería 

Como cada vez que terminamos me ubiqué en el pórtico a fumar un cigarrillo, esa noche mi padre no me había escrito para decirme que estaba en viaje, así que le escribí, me contestó que todavía no había salido y que lo haría tarde, que me tomara un colectivo. Resoplé y busqué en mis bolsillos agradecida de tener la sube para poder viajar, terminé el cigarro y empecé a caminar, tan solo unos pasos después sentí una voz detrás de mi

—¿No te viene a buscar tu papi hoy? - Valentín se apuraba a alcanzarme

—¿Qué problema tenés chabon? - dije de mala manera deteniendo mi paso hasta que llegó a mi lado y me miró burlón

—No me pensé que fueras la típica chetita que sale de fiesta y se encaja - tiró al aire haciéndome resoplar y seguir mi camino sin contestarle, pero insistió en seguirme de atrás —Ustedes son las peores, se piensan que se llevan el mundo por delante - siguió sin que nadie le diera cabida, solo respiré para no darle una piña —Igual son fáciles de garchar por un saque - ahí fue cuando me di vuelta, podía sentir la bronca en el rostro

—Cerra el orto, no sabes nada de mi - dije haciéndole frente y el solo alzó una ceja soltando una asquerosa risa divertida

—Se mucho de las pibas como vos, cuando te ven en la puerta del boliche sos un negrito villero, cuando se quedan sin merca igual te chupan la pija

—Sos un imbécil, no te tengo que darte explicaciones a vos de nada, pero yo nunca hice eso, ni mucho menos decir que eran unos negros villeros, te repito, no sabes nada de mi, forro - le dije entre dientes mirándolo con asco y dándome la vuelta para seguir caminando sin mirar atrás

No había cosa que me molestara más que opinaran sobre mi vida, nadie sabía lo que sentía, no había sido una santa pero tampoco me arrastraba por la droga, lo único de lo que me podía sentir orgullosa. Esa conversación me había dejado un gusto más amargo que la mismísima merca y cuando me sentía así no había otra cosa que deseara más que drogarme

Llegar a mi casa era más deprimente que estar en las reuniones, el vacío, el silencio, el ni siquiera tener ganas de cenar me angustiaba, me generaba ansiedad, ya ni podía ponerme a ver una serie o una película que terminaba atormentada por mis propios sentimientos autodestructivos.




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gracias a todxs lxs que leen, de verdad que me alientan a seguir publicándola, espero que les siga gustando a medida de que vaya avanzando se va a volver cada vez mas oscura, asi que preparen el pochoclo 

Adicciones~ WosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora