╰ 𝐏𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨 ╮

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Año 841.

── Me ha encantado ──murmuró el señor mientras se cambiaba──. Espero volver a verte, preciosa.

Le guiñó el ojo a la chica que falsamente le sonreía coqueta, rogando para que la deje sola de una maldita vez.

Finalmente el viejo se fue, y ella suspiró acostándose en la cama mirando a la nada. "Otra noche de mierda", se quejó internamente con la mirada apagada. Cada vez que se sentía más cerca de conocer la libertad, venía un idiota y le pagaba para follársela como si fuera un objeto. Quería dormirse y olvidarse de aquella noche, pero no le convenía porque probablemente algún mafioso vendría con otra mujer y si la encontraba desnuda allí probablemente tendría que volver a pasar el mismo infierno.

Se puso sus bragas negras de encaje, para colocarse el vestido rojo y salir con esa sonrisa característica como si nada de eso hubiera pasado. Decidió que trataría de olvidarse, pero de otra forma. Así que fue a la barra a pedir un trago, donde el típico barman coqueto trató de ganársela sin pagar, otra vez.

A su lado, se encontraba el azabache ya conocido que la veía bailar seguido. Él trataba de disimular su curiosidad hacia la chica que por fin la tenía un poco más cerca suyo. Pero ella ya se había dado cuenta de eso y no por su actuación, sino por sus miradas. Y el hecho de que cuando una compañera suya bailaba el chico salía del lugar desinterasado. Sin embargo, ella no podía mirarlo con otra mirada, con otros ojos. Ella ya lo juzgó, y estaba segura de que simplemente era un cliente que por más intimidante que pareciese era un chico tímido que no se animaba a pagar para follar. O simplemente no tenía dinero. Qué va, si en el subterráneo era normal.

El empleado le dió su trago y se fue a atender a otros hombres que la mayoría ya estaban borrachos, a juzgar por lo inquietos que estaban. El chico a su derecha la vió atento a como se tomaba de a poco el trago. Quería conocerla y hablarle, pero no sabía cómo. "¿Cómo rayos le hablas a una trabajadora nocturna sin que piense que quieres tener sexo con ella?", suspiró pesadamente mirando al frente. La chica dió otro sorbido a su trago hasta que escuchó una tranquilizante y grave voz, llamando su atención mientras terminaba de tomar.

── Levi ──lo miró curiosa para comprobar que le estuviese dirigiendo la palabra a ella. Él no la miraba, pero la única que estaba cerca era la figura femenina, así que alzó una ceja a su dirección──. Es mi nombre.

Se quedó en silencio por unos segundos, dándole paso a la música del lugar para llenar la incomodidad del no saber qué decir. "¿Debo seguir con mi trabajo o hacer lo que se me de la gana?", se debatía. Hacer que un cliente devuelva su dinero era motivo suficiente y que sobraba para castigar a una prostituta. Y el chico no parecía una persona amable. De hecho, nadie en ese bar lo es. Pero si quisiera acostarse con ella, alguien le habría avisado. Al menos que tenga ese típico fetiche de bañar a una mujer desnuda en dinero o meterle los billetes por el culo. Dirigió su vista al frente con una mueca de disgusto ante ese recuerdo.

── Quince ──respondió luego del silencio un poco largo. Aquella respuesta dejó a Levi confundido y dirigió su mirada al rostro de la desconocida tan conocida── Es lo que valgo.

Levi frunció el ceño. “¿En serio una persona me acaba de decir que vale quince monedas? Este lugar es un asco”, se quejó en su mente. Nunca había hablado con una mujer con este tipo de trabajo, pero incluso se la imaginó coqueteándole o algo parecido. No que le eche la verdad de la prostitución en la cara.

── No me interesa ──le hizo saber disgustado por el juicio de la mujer──. Solo quiero saber tu nombre.

"¿Nani?", soltó en su interior. Se planteó varias situaciones. Es un mafioso que quiere hablar con su jefe, y le llamó la atención así que quiso una noche, pero es orgulloso y le da vergüenza admitirlo; es mafioso y quiere secuestrarla; es mafioso y está tratando de disfrazarse actuando normal para después dar una señal de alguna emboscada y robar dinero; es mafioso y quiere acercarse a una de sus empleadas favoritas para acercarse a su jefe. "No sé, pero es mafioso". Cualquier opción ya le daba igual, hasta que recordó los contactos visuales que tenía con él. Esos pequeños ojos que la miraban atento. No con lujuria, o deseo, sino con curiosidad o admiración. "¿Admiración?", rió internamente. A pesar de que los hombres aquí deseaban a las mujeres como un niño deseaba un juguete, nunca cambiaban de parecer al percatarse de lo que son. Clientes de mujeres que se acostaban con dios sabe cuántos imbéciles por día. Pero había algo extraño en él que le llamaba la atención. ¿Por qué venía solamente a verla a ella? Era un desconocido no tan desconocido.

── Evelyn.

Volteó su cuerpo quedando frente a ella en todo sentido, mientras la miraba curioso.

── Evelyn, ¿quieres salir un rato? Puedes, ¿no es así? ──ella se decepcionó al equivocarse, y lo demostró con un suspiro pesado──. No me malinterpretes, ya te dejé claro que no quiero nada más de ti que no sean palabras.

Ev lo miró sin creerle una sola palabra. Se preparó mentalmente para su actuación de nuevo, pero su desilusión era más fuerte en ese momento.

── Para llevarme tienes que pagarle a mi jefe, y cuesta más dinero. Además de que te amenazan y te matan si no vuelvo después de un día ──habló sin ganas de ni siquiera seguir tomando su trago──.

── ¿Dónde está tu jefe?

𝐋𝐄𝐆𝐄𝐍𝐃𝐒  |  𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora