╰ 𝐗 ╮𝐀𝐥𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐋𝐢𝐛𝐞𝐫𝐭𝐚𝐝

367 36 0
                                    

Si existía algo que intimidaba a Eren además de su hermana, probablemente sería que esté junto a la presencia del capitán Levi. Su mente repetía una y otra vez la escena de ambos peleando. Todo esto porque él lo había enviado a dormir, y ella creía que lo adecuado sería que fuera ella quien lo haga e incluso lo acompañe, pues era su hermana. El contrario argumentó que Erwin mismo fue el que dejó claro en la corte de que el menor actuaría según lo que él dijera, ya que estaba a su cargo. Ninguno de los dos cedió y no podía creer que dos personas tan respetadas discutieran por quién enviaba a dormir a un adolescente como si se trataran de dos padres. Erwin, Mike y Hange se miraban cómplices, pensando exactamente lo mismo. Finalmente la castaña se fue luego de molestarlos por su tonta discusión y el comandante le dijo al rubio capitán que llevara a Eren a su habitación, todo con el objetivo de dejar a Levi y Evelyn peleando solos, como un matrimonio.

Su cuarto estaba ubicado en el sótano, internamente se quejó al pensar que tenía alguna extraña conexión con éstos. Mike ni siquiera entró y Eren tuvo que encargarse de acomodar todo el lugar para su gusto. Gritó inconscientemente al notar una cucaracha y como pudo trató de matarla. Definitivamente no podría dormir hoy, estaba convencido de eso. Se sintió mal al no poder desearle buenas noches a los demás, o mejor dicho, a su hermana específicamente. Se acomodó y cerró los ojos, aunque rápidamente los entreabrió para vigilar que no haya ningún bicho que lo molestase. Sus párpados se subieron mucho más cuando escuchó tres toques en su puerta. Automáticamente levantó su espalda de la cama para encontrarse con la única persona que la hacía sentir cómodo en ese momento.

── ¡Evelyn!

── ¡No grites, idiota! ──susurró amenazándolo.

── Lo siento.

Entró, cerrando la puerta cuidadosamente para que no haga ningún ruido que gracias al eco pueda alertar a alguien. Miró la habitación, casi totalmente oscura. Solo había dos velas que alumbraban el lugar. Agradecía que no estaba tan sucio el lugar gracias al capitán, porque no permitiría que su hermano durmiese de esa manera y los demás no le permitirían a ella darle un cuarto decente. Eren ya se había sentado y apoyado en la pared, atento a lo que hacía y curioso de cuál era la razón por la que lo estaba visitando. Era su hermana mayor, pero después de todo, pasó muchísimo tiempo desde la última vez que se vieron, la cual solo fue un entrenamiento y no pudieron charlar tanto de sus vidas. Estaba acostumbrado a que ella estuviera tan ocupada, pero no podía evitar extrañar alguien con quien hablar sin miedo de verse patético.

── Vine a traerte esto.

Se acercó a la mesa de luz para dejar una de las cosas que sostenía en su mano y poder desdoblar la capa que Eren reconoció al instante al ver las famosas alas de libertad pegadas en ella. Sus ojos y boca de abrieron exageradamente, demostrando felicidad y sorpresa. De la emoción se acercó rápido con el objetivo de tocar esa prenda con sus manos de una vez por todas. No podía creer que eso fuera suyo de una vez. Eve lo miró, conforme con la reacción que había tenido. No había cambiado mucho, si se lo hubiera dado al Eren de diez años probablemente la hubiera abrazado hasta ahorcarla y tendría que pegarle para que la soltara. Miraba el logo detalladamente, disfrutando de tenerlo tan cerca aunque no se viera del todo bien gracias a tanta oscuridad. Levantó la cabeza de repente, viendo lo que Evelyn había dejado en la mesa de luz hace unos segundos. Caminando con sus rodillas sobre la cama llegó hasta ahí con el propósito de admirar el uniforme que tanto deseaba. Era el mismo que usaba en su época de recluta, pero había una gran diferencia que causaban las alas de la libertad.

── Gracias Evelyn ──susurró feliz y la vió asentir, informándole que no había qué agradecer. Eren buscó algo con la mirada──. ¿Las botas?

── Eran demasiado grandes cuando las vi ──él la miró──. Treinta y nueve, así que mañana te daré otras.

── Calzo cuarenta y dos.

𝐋𝐄𝐆𝐄𝐍𝐃𝐒  |  𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora