╰ 𝐗𝐈𝐗 ╮𝐌𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧 𝐅𝐚𝐥𝐥𝐢𝐝𝐚

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Debido a las cabezas decaídas, los ojos de los soldados observaban nada más que el suelo. Dolor y culpa, eran los sentimientos que más prevalecían en el ejército luego de cada misión. Los recuerdos de los titanes comiéndose a sus compañeros, algunos sacrificando sus vidas por otros sin importar si valía la pena o no. La posición de la humanidad no era cualquiera y no todos podían luchar sin asegurarse de que algunas vidas valían más que otras.

Lejos de todos, se encontraba Evelyn. Sus ojos estaban perdidos, aunque su cabeza se mantenía alta. Sentada en la carreta, sus pies colgaban sin hacer contacto con el suelo. Sabía que no era su culpa, “¿entonces por qué me siento culpable?”. Era un sentimiento imposible de evitar pero era posible ignorarlo. Esa fue su decisión cuando vió a Hange acercarse a ella, con materiales que probablemente eran para curarle sus heridas ocasionadas por la fuerte caída desde el cielo.

La sargento no sabía qué decir, porque nadie era capaz de adivinar lo que Evelyn necesitaba para sentirse bien. Aunque tenga alguna idea de ello, Ev sabía manejar muy bien su cuerpo y sus emociones. Era increíble en ello y engañaba fácilmente a las personas con su actuación. Pero era una muy mala mentirosa con las personas a las que les mostraba su verdadera personalidad y expresaba sus opiniones.

─── Me di cuenta de que le mentiste a Erwin ───dijo la castaña, mientras dejaba la caja al lado de la cadera de la capitana───. Pero a mí no puedes mentirme, te conozco.

─── ¿Por qué la Legión tiene esa manía de analizar a los demás?

─── ¿Por qué hablas de la Legión como si no fueras parte de ella desde hace seis años?

Evelyn la miró de reojo, pero volvió a lo suyo ignorando su pregunta.

─── No te preocupes, Hange. Se murieron, es una putada pero están muertos. No necesito saber nada más que eso.

─── Sin embargo, no hay evidencia de que Nicolas esté muerto.

Mientras Hange levantaba su brazo para limpiar su cortada, examinaba la mirada de Evelyn. Quería jurarse a sí misma que vió un destello de luz lleno de esperanza en esos ojos azules. Si fue así, fue por menos de un segundo.

─── No hay manera de que haya sobrevivido ───la sargento iba a responderle, mas fue interrumpida───. ¿Eren despertó? ───ella negó─── Volvamos, tenemos que ir al distrito antes de que esos malditos titanes se arrepientan y vuelvan a buscarlo. Yo me encargaré de mis heridas.

Le sacó el pañuelo. Hange se quejó, porque apenas pudo limpiarlas. Aún así, la dejó sola.

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Erwin no tardó mucho para cumplir sus deseos de ir hacia la Muralla Rose. Con un grito claro que resonó por todo el campo abierto, los demás se prepararon para cansar a los caballos de vuelta. Esta vez, más tranquilos, sin titanes que amenacen con el rompimiento de la formación y de uno que otro hueso roto gracias a sus dientes.

El atardecer ya estaba haciendo su magnífica aparición, luego de un día soleado pero lleno de tristeza. La única razón por la que tardaron tanto en llegar al distrito fue porque los caballos no iban a tanta velocidad. Las campanas sonaron, las puertas se abrieron y ahora llegaba el momento más tenso de las expediciones: ser recibido por la humanidad expectante.

Gente insultando y los que no lo hacían buscaban a sus familiares, probablemente asesinados. Erwin suspiró por dentro pensando en las muertes que tenía que informar. Podría decir que estaba acostumbrado a esto, pero en realidad no. Nadie podría acostumbrarse a estar rodeado todo el tiempo de gente sin vida.

𝐋𝐄𝐆𝐄𝐍𝐃𝐒  |  𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora