╰ 𝐈 ╮𝐔𝐧 𝐈𝐧𝐟𝐢𝐞𝐫𝐧𝐨 𝐃𝐢𝐟𝐞𝐫𝐞𝐧𝐭𝐞

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Año 845.

No existe nada más depresivo que la derrota ni nada que cause más ilusión que la esperanza.

── ¡TITÁN DE TRECE METROS A LA DERECHA! ──gritó Mike alertando a los demás──

Evelyn se dirigió con su caballo negro dispuesta a matarlo. Bajo la mirada atenta de Levi, quien se acercó un poco más preparado para ir a la pelea si algo malo llegaba a suceder.

── ¡TITÁN DE OCHO METROS A LA IZQUIERDA!

El azabache gruñó, molesto de la aparición tan repentina que no lo dejó en paz por unos segundos. Miró por última vez a su chica, examinando si todo se encontraba en orden como para dejar de hacerlo por unos minutos hasta que acabe con la bestia. Decidió terminar con el obstáculo cuando notó que Evelyn recién terminaba de matar a la extraña criatura. Dispuesta a dirigirse hacia su caballo, los gritos de los demás soldados la desconcentrarme y sin entender la razón, paró su camino.

── ¡COMANDANTE! ¡SE ESTÁN ACERCANDO UNA HORDA DE APROXIMADAMENTE TREINTA TITANES!

Keith Shadis, a pesar de alarmarse por la noticia, la confusión se plasmó sobre su rostro y se torció hasta observar atrás suyo. Su miedo fue evidente en sus expresiones faciales, se había encontrado con el mismo infierno, el mismo que imaginaba en sus pesadillas. Era completamente extraño, era la primera vez que una manada tan grande actuaba en unísono para acercarse a ellos. No obstante, en lo único que el miedo le hacía pensar era en preguntas. "¿Cómo rayos vamos a matar a todos esos titanes?", fue lo que no permitió expresar.

Evelyn se aterrorizó en pensar en el simple hecho de que aquél fuese el fin de muchos de sus compañeros. A pesar de que era un desafío, no podía pensar en su seguridad cuando había tantos soldados aterrados y dispuestos a huir en vez de luchar. Dirigió sus orbes azules hacia los orbes grisáceos de Levi, correspondiendo al contacto visual que él mismo había empezados. Por pocos segundos, en medio del desastre, fueron ellos dos perseguidos por los demonios que no los dejaban ser felices y vivir en paz. Se rogaron a los ojos, gritándose con sus miradas que sobrevivan, que no se podían permitir tan solo el pensamiento de la muerte.

── ¡SOLDADOS, NO SE RINDAN! ¡HAY QUE LLEGAR A LA MURALLA! ──Keith levantó su espada hacia su destino── ¡AÚN QUEDA ESPERANZA!

Con manos temblando, los soldados obedecieron al instante la orden del comandante. Determinación hizo falta y de inmediato fue Evelyn la primera que la tuvo. Ordenó a su caballo a dirigirse atrás de la formación, donde los gritos estaban concentrados. Levi no tardó en seguirla, creyendo que estaba dispuesta a hacer tiempo para, aunque sea, unos segundos más de vida para la Legión de Reconocimiento. Sin embargo, la fémina lo único que hizo fue gritarles furiosa a sus subordinados que dejasen de gritar, que era justo el momento preciso en el que más mantenida tenía que estar la calma. Evitaría pelear a toda costa, los titanes estaban demasiado cerca para agarrar a cualquier soldado que no sea capaz de esquivarlos luego de adivinar su próximo movimiento.

Los soldados se callaron al instante luego de la orden de su capitana. De cierta manera, logró tranquilizarlos un poco y aún el doble fue cuando Levi apareció luego. Ambos estaban en cada extremo de la formación, dejándolos en el medio a los que estaban asustados. El alivio fue un sentimiento sorpresivo dentro de la guerra, lo que causó que algunos se rieran como borrachos después de darse cuenta de lo locos que parecían con sus gritos.

Levi chasqueó su lengua y miró de reojo a su izquierda, donde Evelyn se encontraba a unos metros. Llevó sus ojos hacia atrás lo más que pudo para fijarse qué tan cerca de la muerte estaba la retaguardia. Las pisadas de los gigantes corriendo se lo llevaría como recuerdo toda su vida, hasta que un excéntrico tropezó y generó una reacción en cadena con otros titanes más. El titán que ocasionó tal desastre era lo suficientemente alto como para que su cuerpo, al caer, alcance a su caballo y lo espante, logrando que él termine en el suelo. Conectó sus orbes azul grisáceo con los del titán, ambos en el suelo. Su corazón se paralizó, creyendo que sería su fin permanentemente. De repente, un rayo se oyó a lo lejos al igual que la tierra retumbó en pocos segundos. Muchos creyeron en algún terremoto debido a que el cielo no permitía caer ninguna gota.

𝐋𝐄𝐆𝐄𝐍𝐃𝐒  |  𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora