Parte 16

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Después de dejar a su querida yegua blanca en el establo y asegurarse que estaba bien protegida, el peli-negro salió corriendo a todo lo que sus pies le permitían. Recorrió al menos dos enormes viñedos, atravesó el enorme jardín hasta por fin entrar en la casa.

Al ingresar en la vivienda, -sin aliento y encolerizado- comenzó una disputa consigo mismo, ¿Cómo era posible esto estuviera pasando? ¿No se supone que cuando la gente se casa se jura amor eterno? ¿Tan fácil era reemplazar a las otras personas? ¿Por qué sus padres no se hablaban? ¿Tanto era su odio como para ocultar la existencia del otro? ¡Era demasiado para alguien tan joven como él!

Tras varias recobradas de aliento por fin pudo calmarse un poco.

—Ya no puedo con esta farsa... —Murmuró a la nada— No puedo continuar con esto. —Comenzó a caminar en círculos— ¡Sólo soy un niño de once años! —Abrumado retiró el sombrero que vestía, se recargó casi derrotado en el sillón.

—¿Hay algo que quieras compartir con la clase, Boruto? —Iruka -quién ya se encontraba en aquella sala desde hacía treinta minutos leyendo- giró para hacerse notar.

Menma casi suelta un gritó de asombro, dando traspiés comenzó a tartamudear alguna respuesta fiable ante su pequeño espectáculo.

—Iruka... me causaste calosfríos*. —Susurró con el pecho acelerado. Quizá no lo había escuchado, quizá si desviaba el tema esto no sería más que una broma de la tarde.

—¿Te causé calosfríos? ¿Siquiera sabes que significa eso? —El castaño se levantó de su asiento, soltó su gran libro para posteriormente colocar sus brazos en la cintura.

—Claro. —Afirmó— Pero bueno, realmente quiero decir que me asustaste. No sabía que estuvieras justo aquí.

Con cada palabra que el oji-azul pronunciaba, Iruka comenzaba a cuestionarse muchas cosas sobre el ser que estaba delante suyo. Al final el hombre terminó con los brazos cruzados casi incrédulo, rodeándole como león visualizando a su presa.

—¿Seguro que no quieres compartir nada con tu guardián?

Menma asintió lo más calmo posible.

—Algo como que... —Tras un leve suspiro empezó su interrogatorio— ¿Por qué Kurama ya no se te acerca jamás? O... ¿Por qué tu cambio de apetito? O por qué de repente eres tan limpio, ordenado y usas expresiones como... ¡Me causaste calosfríos!

—Iruka... yo... cambié bastante durante el verano... eso es todo. —Respondió con simpleza.

—De acuerdo. —Iruka rascó levemente su nuca— Vaya... si no te conociera mejor diría que eres... —Un breve silencio se instaló entre ambos. Ambos se miraban a los ojos hasta que, por una fracción de segundo, el mayor tomó un largo suspiro... era imposible lo que estuviera imaginando— No... Olvídalo... Es imposible. —Terminó por decir para alejarse, tal vez estaba malinterpretando las cosas, la edad tamb...

—¿Cómo si fuera otra persona, Iruka?

Menma interrumpió tanto los pensamientos ajenos como el andar.

—No... sólo olvídalo, ¿Sí? Olvídalo lo que dije. —Trató de finalizar de nuevo la conversación con una sonrisa incomoda.

—Que es como si yo fuera... Menma...

Aquella sonrisa se fue deformando hasta crear una mueca de asombro, rápidamente devolvió sus pasos para encarar al chico.

—¿Qué sabes sobre él? —Pidió saber para palpar el terreno.

Debatió al menos unos cinco segundos en contarte, no obstante, el azabache sabía que necesitaría ayuda para cumplir su propósito de aquel plan.

—Yo soy... ehm... Menma. —Confesó.

Juego de... ¿Gemelos? (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora