Tan solo una charla

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Akaza tenía un problema enorme que derivó en otros problemas más chiquitos; su torpeza al inicio del día; el pobre espectáculo que dio durante el asalto de los hermanos Shabana ese receso; y ahora el haber arrastrado a su cuñada y su única amiga al restaurante donde trabajaba. ¡Y no solo eso! Koyuki había aprovechado que ese día Keizo no tenía clases que dar para invitarlo también a "Ojos de gato", y como no habría nadie en casa para hacer la comida, Hakuji también iba a encontrarse con ellos después de su castigo. Cuando le dijo a su hermano el nombre del restaurante de Mitsuri, no creyó que tendría que lidiar con su familia esa misma tarde.

— Tu eres muy linda, no como Akaza. ¿De verdad son parientes? — y claro, cuando la pequeña Sakura escuchó que Koyuki era familia del pelirrosa, no dudó en investigar todo lo que pudiera de ambas mujeres.

— ¡Mochi! — la regañó su madre desde la cocina.

Lejos de mostrarse ofendida, o incómoda, la pelinegra se rió ante el comentario y despeinó un poco los cabellos rosas de la menor con ternura. Sakura estaba sentada entre ambas mujeres en uno de los cubículos, mientras que el asiento de enfrente estaba vacío y en espera de los invitados masculinos.

— Soy su cuñada. — la niña no entendió lo que quiso decir con eso, así que lo explicó: — Quiere decir que soy esposa de su hermano.

— ¡¿Esposa?! ¡¿Tienes un hermano?! — esta vez Mitsuri fue quien se mostró sorprendida.

— No hubo oportunidad para mencionarlo. — se excusó rápidamente el alfa, esperando que su cuñada no se entristeciera por no haber hablado de ellos antes. — Pero sí, yo soy el menor.

La pelirrosa dejó de cortar vegetales para cubrir sus labios con una de sus manos con sorpresa.

— No tienes pinta de ser el hermano menor. — confesó. — ¿Cuántos años tiene tu hermano?

Akaza sonrió divertido, la mayoría decía lo mismo. Quizá se debía a que solía mostrarse más huraño y sobreprotector hacia su pequeña familia y el dojo, al contrario de Hakuji que era más tranquilo y devoto a su esposa, o quizá porque él se veía más viejo que su hermano. Pensar en eso lo distrajo un poco de su problema más grande.

— Veinte. Es mayor que yo por dos minutos y medio.

Su jefa volvió a mostrarse sorprendida ante la noticia. Ella había sufrido de varias burlas y miradas duras por haberse casado casi de inmediato después de haber ingresado a la universidad con alguien que no llevaba mucho tiempo de conocer, pero ahora se encontraba que el hermano de Akaza se había casado con su novia nada más cumplir ambos la edad legal para hacerlo. Quizá lo que le pareció más tierno fue escuchar de boca del alfa la historia de amor de ambos, y lo mucho que Hakuji había cuidado de ella después de la muerte de su padre.

— ¡Ay, qué hermoso! — exclamó encantada Mitsuri.

Koyuki se hallaba sonrojada en su lugar, algo tímida de escuchar su historia desde un tercer punto de vista que no era el suyo o el de su marido. Mukago también se hallaba conmovida de escucharlo, y todo el encanto de ese "cuento de hadas", como lo llamó Sakura, opacó por completo el triste matiz con el que lo había contado Akaza. Él había visto todo suceder en silencio, pensando que su hermano se veía mucho más feliz de lo que podía recordar jamás, y aunque intentó integrarse a ellos siendo el demonio travieso que siempre traía un insecto extraño para que Koyuki lo viera, pronto notó que no pertenecía del todo a ellos. Fue por esa nueva felicidad que veía en Hakuji que decidió proteger el dojo a toda costa, volviéndose el delincuente que todos conocían. Keizo fue el único que notó la verdad detrás de cada una de sus acciones, y quizá por eso no pudo detenerlo.

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