Los Young

5

JAY.

Regresamos a casa y de camino dejamos a Faith en la suya, creo que fue más difícil ayudarla a entrar sin que su madre se diera cuenta a entrar en la mansión custodiada por un guardia y vigilada por las cámaras de seguridad.

La madre de Faith está más alerta que el guardia de la mansión.

Alice estuvo todo el camino con la mirada perdida en algún lugar, como si su cerebro trabajara a toda velocidad.

De vuelta en mi habitación me tiré a la cama y dejé salir un suspiro cargado de frustración, Yin me miraba atento y se sentó a mi lado.

—Déjalo salir.

La voz de Yin salió de forma suave, habiendo que me relajara un poco.

Aunque aún así estaba enojado.

Suspiró y con cuidado colocó mi cabeza en sus piernas.

—Ambos sabemos que de nada sirve enojarse por algo que está fuera de tu control—comenzó a acariciar mi cabello.

—Ese es el problema.

—Que algo está fuera de tu control, lo sé.

—¿Crees que alguien de la familia se haya llevado los archivos?

—¿Podemos olvidarnos de eso un momento? Trata de distraerte, eso ayuda a calmarse aunque sea sólo una solución temporal.

—Lo intento.

—Claro—dijo con algo de sarcasmo.

—Ok, no lo intento, lo único que pasa por mi mente es todo esto del asesinato.

—Te entiendo, créeme, si tú estás molesto ¿Cómo crees que estoy yo?

Caí en cuenta de que no había pensado en lo que sentían Yin y Mina al respecto, me había concentrado tanto en mi y en el posible homicidio que los había dejado de lado.

Me senté y miré fijamente a Yin, quien me miró confundido.

—¿Qué pasa?

—Perdón.

Yin se quedó esperando a que le dijera por qué le pedía perdón y como si supiera que significaba mi silencio sólo soltó un suspiro y comenzó a acariciar mi cabello.

—¿No te gustaría salir de este pueblo?—dijo en tono calmado.

—En realidad sí, hay demasiadas cosas en este mundo como para quedarse en un sólo lugar, piensa en todas las personas que quieren recorrer el mundo y no pueden hacerlo, yo tengo la oportunidad pero la desperdicio—Yin se acomodó a mi lado y puso su cabeza en mi hombro.

—¿Qué te impide hacerlo?

—No lo sé, nunca he querido preocupar a mamá, desde que tengo memoria nos ha alejado de todo lo que le parezca peligroso. Imagina como estaría si me fuera a otro lugar de repente.

—Pero es tu vida ¿Acaso es tu responsabilidad cuidar de las emociones de la tía Kim?

—Sé que no lo es—pasé mi mano por mi rostro algo frustrado—.Es sólo que, nunca he conocido del todo a mi mamá ¿Sabes?

—¿Eh?

—Siempre escucho a Margaret hablar de como era antes, dice que de joven era bastante rebelde.

—¿La tía Kim? ¿Rebelde?—sonrió incrédulo.

—Sí —sonreí—Salía todo el tiempo de viaje con mi padre, visitaban cada lugar que se les ocurriera pero, cuando yo nací...