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Eran las tres de la mañana y veíamos como se llevaban el cadáver del tío Sam sin hacer mucho escándalo, como era costumbre cada que alguien moría. Margaret no paraba de llorar, Alice tenía su cabeza sobre mi hombro y los ojos irritados, Yin y Mina se habían quedado dormidos en el sillón después de haber llorado por casi dos horas.

-Alice-llamé su atención y ambos volteamos hacia Margaret quien de manera repentina había caído al suelo.

-Sam está vivo, ¿Verdad?-preguntó Margaret con la mirada perdida y una triste sorisa en sus labios- Él debe estar en la habitación esperándome.

-Tía-dije- él ya no está...él está-

-¡NO LO DIGAS!-me interrumpió y mi hermana y mi madre observaban sorprendidas.

Me sentí muy mal al escuchar a mi tía gritar, nunca era seria con nada, ni cuando estaba molesta llegaba al punto en el que estaba ahora. Era como si una parte de ella se hubiera ido, y así fue, ella estaba rota.

-¡ÉL NO PUEDE ESTAR MUERTO! No...no él.

-Tía-me acerqué a ella.

-No, no puede estarlo.

Quizás sus palabras digan eso, pero era como si tratara de convencerce a si misma de que de verdad Sam estaba esperándola.

-Ya no está.-me senté en el suelo y la abracé-Se ha ido, tía-mi voz comenzaba a sonar débil.

Por un momento dejé de lado todo mi autocontrol y permití que las lágrimas salieran, sólo se escuchaban los sollozos de mi tía y los míos, estuvimos así por unos minutos hasta que se escucharon los truenos que anunciaron una gran tormenta y tuvimos que separarnos para entrar a la casa.

Sólo quedamos Mina, Yin y yo en la sala, observé como dormían tranquilamente, tanto que me dio pena despertarlos para que volvieran a esta horrible realidad.

Toqué con cuidado a Yin para decirle que regresara a mi cuarto.

-No la despiertes.-dijo en voz baja-No le hará bien, créeme.

Yin se fue dejándome con Mina y con mucho cuidado la levanté del sillón para llevarla a su cuarto, subí las escaleras y abrí la puerta con dificultad, para luego entrar y dejar a Mina sobre su cama.

-Jay-tomó mi mano-¿Dónde está papá?

Sus ojos estaban muy rojos y su voz sonaba mas baja de lo normal; está dormida, es sonámbula la he visto así antes, aunque en los otros casos siempre se levantaba haciendo alguna tontería como usar la cama como saco de boxeo, ésta vez estaba llorando y preguntándome por su padre aún en sus sueños.

-El está en otro lugar.

-¿Es un lugar bonito?

-Muy bonito-dije tratando de controlarme.

-¿Sí? ¿Me dirías como es?

-Está en un campo, donde hay un millón de flores de colores tal y como le gustan.

-Yo también quiero ir allí.

-Aún no puedes.

-¿Por qué?

-Algún día irás allí también, y podrás sentarte junto al tío Sam a admirar el paisaje.

-¿En serio?

-Sí -sonreí.

-¿Cuándo volverá papá?

-Él pronto estará de vuelta...

-Jay.

-¿Si?

-No te vayas, no me dejes tú también, no quiero estar sola.

Los YoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora