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FAITH.

Alice ya había regresado a la mansión y yo me encontraba caminado en dirección a la estación de policía.

Estaba segura de que el idiota que acosaba a Alice era el mismo pasante que acababa de llegar al pueblo.

Caminé un poco más hasta llegar a la estación de policía, entré  y saludé con la mano al oficial que estaba en el recibidor para luego seguir mi camino hacia adentro.

Los oficiales estaban caminando de allá para acá, tenía entendido que habían estado robando en el vecindario donde vive la mayoría de la gente con dinero del pueblo, se me hace gracioso que la familia de Alice viva cerca del tétrico bosque del pueblo en vez de ese lugar.

Seguí caminando pero un oficial me detuvo.

—Tu padre no está, Faith, pero va a regresar en un rato, puedes esperarlo en su oficina o si quieres puedes ayudarnos con el trabajo.

—Me encantaría señor Langdon, pero hoy sólo vine a hablar con alguien.

—¿Se puede saber con quién?—sonrió amablemente.

—¿Haz visto al pasante?

—Seguro, está en el escritorio del fondo.

—Gracias—seguí caminado.

—Faith—el señor Langdon me llamó.

—¿Si?

—Si te rompe el corazón, yo le rompo las piernas.

—¿Qué...? ¡No voy a hablar con él por eso!

Él sólo sonrió y siguió su camino.

Sacudí mi cabeza con disgusto  tratando de olvidar la imagen mental que me hice y seguí caminando.

Llegué al escritorio de aquel chico y me paré a un lado de éste.

El chico estaba sumamente concentrado en los papeles que estaba revisando, traía una camisa blanca y el cabello en un moño sujetado por un lápiz, varios mechones caían en su rostro.

Pasaron unos segundos y él seguía concentrado en lo que hacía, ignorandome por completo.

—¡¿Podrías prestarme atención?!—dije con enojo.

Levantó su mirada hacia mí con molestia y desinterés.

—¿Necesitas algo?

—Tenemos que hablar.

—¿Sobre qué tendría que hablar contigo, Faith?—sonrió con cierta arrogancia devolviendo su mirada hacia los papeles sobre su escritorio.

—¿Es en serio?—suspiré incrédula y rodé los ojos.

—Si eso es todo—se levantó, tomó una caja llena de carpetas con ambas manos y caminó hacia el cuarto de los archivos.

Yo salí detrás de él a paso rápido.

—¿De verdad te vas a hacer el idiota?—hablé mientras lo seguía.

—Escucha—se detuvo y me miró sobre su hombro—, no sé de que me hablas, pero tengo mucho trabajo y me estorbas, pequeña Faith—soltó una risa baja, una sonrisa de satisfacción se dibujó en su cara y siguió caminando.

Ese estúpido apodo...

Aceleró el paso y yo lo seguí casi corriendo.

Su expresión se tornó seria al llegar al cuarto de los archivos, abrió la puerta con cansancio y entró.

—Tu y yo no somos amigos, así que no me llames así y deja de hacerte el pendejo, me estás sacando de quicio—me paré a varios pasos detrás de el con los puños apretados y el ceño fruncido.

Los YoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora