Parte 2. Jacob.

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Pude haberlo impedido antes de que a la niña le metieran la primera dentellada en el brazo. Al abrir su carne el olor fresco a sangre humana me llegó al hocico. Habíamos pasado mucha hambre. El invierno había sido uno de los más fríos que yo recuerde. Uno de los lobos de la manada había muerto de hambre y a otro le habían pegado un tiro mientras intentaba robar basura comestible de los contenedores.

Vi la sangre tiñendo la nieve blanca.

Para mí hubiera sido muy fácil alzarse entre mi manada y comérmela entera. Un retortijón de hambre en mi estómago me hizo acercarme a su cuerpo malherido. Entonces fue cuando vi sus ojos. El color verde turquesa me envolvió. Estaba viva. No entendí porque no luchaba para defenderse. Pensé que era tan inteligente que sabía que no tenía nada que hacer contra una manada de lobos. Pero sus ojos turquesa se me clavaron en el alma.

Enotnces lo hice.

Agarré la esquina de su sudadera negra y tiré de ella poniéndola a salvo unos metros más atrás.

Después me erguí cuan grande era sobre la nieve y aullé desafiándolos a retarme.

La manada se fue retirando poco a poco.

No se atrevían a enfrentarse a mí pero estaba claro que ya no era uno de ellos.


EscalofríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora