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Yelena tenía un sólo objetivo: Matar a Clint Barton en venganza a la muerte de su hermana Natasha Romanoff.

Después de que ambas destruyeran la habitación roja, a pesar que los vínculos de sangre fueran distintos, se volvieron más unidas generando una relación muy buena: se apoyaban una a la otra, se mandaban mensajes de texto casi a diario y cuando ambas se encontraban disponibles de tiempo, viajaban a un lugar en común para pasar algunos días juntas. Natasha le platicaba sobre sus días y Yelena le contaba sobre sus búsquedas para liberar a mujeres atrapadas con control mental, ya que al parecer, aquella tecnología no sólo estaba a manos de la habitación roja.

Conocía a Clint Barton debido a que su hermana hablaba de él como su mejor amigo y un gran apoyo para ella. Para Yelena fue muy claro que se equivocó en considerarlo como un hermano. Después del blip, la rubia ojiverde pensaba que Natasha había muerto en una misión por acciones ajenas a ella, pero jamás llegó a imaginar que su mejor amigo la había traicionado para salvarse asimismo. Se enteró de esto debido a que Valentina Allegra La Fontaine, una mujer reclutadora para misiones independientes, la encontró para revelarle aquella noticia. La Fontaine le ofreció más información confidencial, privilegios de sueldo, vivienda y seguro de vida si se unía a su círculo de secuaces para diversas misiones que ella dirigía. Yelena aceptó, sin embargo, su primera misión no fue el arquero, fueron otras misiones que involucraban torturar a personas específicas para conseguir información, interferir en reuniones secretas, combates de uno a muchos y vigilar a objetivos de cerca sin ser detectados. Valentina después de cada misión completada, posponía a Clint Barton, lo que provocó el límite de la joven viuda negra.

Yelena Belova ya había aguantado lo suficiente y, a pesar de tener un lugar donde dormir y dinero para solventar sus necesidades, guardaba un sentimiento de impotencia, ya que el vengador arquero, seguía libre sin nadie que le propinara su merecido. Decidió irrumpir la oficina de Valentina con cautela, había estado muchas veces ahí y tenía un plan infalible para robar la información confidencial de Clint Barton y otra posible información acerca de quién también poseía tecnología para el control mental: Desactivó los controles de acceso de seguridad y las cámaras de vigilancia de la oficina, entró al sistema de la computadora sin complicaciones pues conocía la contraseña y obtuvo una muestra de la huella digital de Valentina, buscó los archivos con palabras clave y al encontrarlos los transfirió a una USB propia de Yelena. Por último, dejó el equipo de comunicación, chaleco, rodilleras y armamento que le habían proporcionado y con su navaja, se quitó aquella tobillera negra que la rastreaba en las misiones. En un trozo de papel escribió con tinta roja: "Esta es mi renuncia, сука".

Sabía que la buscarían, pero Yelena era experta en pasar por desapercibida. Y también siempre lograba lo que se proponía.

Mirada Atlantica | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora