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—¡Increíble! Pensé que robabas las laptops al azar, ahora sé que son de las chicas que liberas y que las usas para conseguir pistas de otras mujeres controladas —dijo Kate feliz al descubrir el origen de los computadores mientras ingresaban al nuevo departamento alejado de dónde se había aparecido una letal viuda negra.

—¿En serio me considerabas una ladrona? —preguntó algo ofendida. 

—Bueno... los autos que tenemos para trasladarnos de ciudad en ciudad, sabemos que no son tuyos. 

—Ya, pero sin ningún rasguño y sin pistas de que nosotros lo tomamos prestado —informó guiñandole a la arquera. 

—Espía astuta —elogió a la ojiverde. 

Kate Bishop se sentía un poco mejor de ánimo después de aquel abrazo y palabras de Yelena. Sentía que debía agradecerle de alguna forma. 
—Mira, pude rescatar estos macarrones con queso —mencionó mientras agitaba las cajas azules que extrajo de la bolsa intacta de despensa—. Te lo mereces después de esa pelea.
Yelena sólo asintió y se acostó en el puff que estaba en la sala pues se encontraba cansada.

Mientras cocinaba pensaba en muchas cosas, la primera era que le agradaba mucho Yelena y comenzó a sentir admiración por la rusa debido a la labor que realizaba en silencio y ella sola. Y a la vez, se le cruzaba otro pensamiento sobre su mentor, pues aquella chica ojiverde era quien había causado la ida al hospital de Clint porque quería matarlo. Porque así fuera verdad todo aquello que leyó, matarlo no era una solución. ¿Qué debía hacer? Sentía que le estaba siendo desleal a su socio y confusa así misma pues la rubia a pesar de ser una mujer con la capacidad de matar con sólo rozarla, sentía que quería conocerla más. Ya eran un poco cercanas, Kate Bishop podía leer los gestos de Yelena, aunque hablara poco, sabía cuándo le gustaba la comida que le preparaba, sabía cuándo se encontraba cansada, sabía cuándo algo le parecía gracioso y ahora podía abrazarla sin miedo a que la lanzará por la ventana… pero aún no podía descubrir qué era lo que perseguía, ¿Qué era lo que predominaba dentro de ella: más razonamiento que corazón? ¿Más corazón que estrategia? ¿Más venganza que sensatez? Necesitaba conocerla más… por Clint claro estaba, para poder persuadirla y evitar la misión de atacar a su mentor. 

— Sólo por Clint —murmuraba en tono bajo para tratar de convencerse por su objetivo "no personal"—. Sólo por él. No es por mi. No porque yo quiera saber más a detalle sobre ella.

Terminó de preparar los macarrones y los llevó a la mesa, fue hacia el puff dónde Yelena se encontraba y confirmó que estaba dormida, pues le pareció extraño que no estuviera alrededor mientras cocinaba. Kate tocó con su dedo índice la punta de la fina y pequeña nariz de la rubia, repitió varias veces de manera suave el mismo movimiento hasta que pudo visualizar el despertar de los ojos verdes.

—Ya están los macarrones —susurró la pelinegra

—¿Por qué susurras? —preguntó con tono normal mientras se frotaba los ojos.

—¿Para no aturdirte?

—Aunque lo intentes, me aturdes de igual manera —le sonrió juguetonamente.

Kate Bishop había esperado un poco para soltar la pregunta que mantenía en su cabeza.

—¿Por qué te buscan? La chica dijo que la mandaron a herirte brutalmente. 

—Kate, ¿No puedes esperar a que termine mis macarrones? 

—Hmm… no. Ya he esperado mucho desde que te lo pregunté en el auto —sonrió la ojiazul.

—Hay cosas oscuras que trastornarían tu mente —mencionó en tono bastante serio percibiendo que la arquera quedó sorprendida—. Es broma —soltó una risita—. Tus reacciones son muy graciosas. 

Mirada Atlantica | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora