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Kate Bishop trató de abrir los ojos, sin embargo, un pañuelo impedía su visión, sintió el movimiento de un coche y la melodía de una canción de rock inglesa. Kate intentó quitar el pañuelo de sus ojos, pero se percató que sus tobillos y muñecas estaban fuertemente atadas impidiéndole moverse con libertad. Escuchó el crujir de papas fritas y, en seguida, una voz que cantaba en tono bajo con un acento ruso. La joven arquera suspiró con fastidio, se apoyó sobre sus manos, que estaban detrás de su espalda, y logró tomar asiento. 

—Se te olvidó cubrir mi boca —comentó Kate con un ligero tono de burla mientras realizaba una técnica que había aprendido hace poco para deshacerse de la cuerda de sus muñecas.

Yelena Belova miró por el retrovisor a su prisionera.

—Bueno, se suponía que despertarías en una hora más, cuando los ratones de la fosa estuvieran devorando tu carne fresca —dijo con neutralidad comiendo otra papa frita.

—¡Vaya! Te informo que eres pésima calculando tiempos. Y, por cierto, los animales me aman —añadió con una sonrisa orgullosa. 

—¡Wow! Por fin conozco en persona a Blancanieves, ¿dónde están tus siete enanos?

—Bueno, ya conociste a uno —mencionó con optimismo—. Te hizo una visita hace rato en tu brazo, ¿Un saludo agradable, no crees? 

—He tenido mejores visitas —respondió Yelena con simpleza.

—Bien, no te quiero hacer daño. Así que, suéltame ahora mismo —exigió Kate con firmeza.

Yelena soltó una carcajada al escuchar aquello. 

—¿Hacerme daño tú, niñita novata? —preguntó aún con burla— No sabes con quién hablas. 

—Y yo ya te he dicho que mi nombre es Kate —agregó con frustración la chica de cabello negro mientras se quitaba el pañuelo que cubría sus ojos— ¡Aún no amanece! ¡Qué bien! Me hubiera irritado el brillo del sol ahora mismo. ¡Wow! Tenía mucho sin pasar por esta carretera, sigue igual.

Yelena miró con alerta por el retrovisor que la arquera logró liberarse de la cuerda y del pañuelo. 

—¿Te gusta realmente ese sabor?  —preguntó Kate estirando su brazo para tomar una rodaja frita de la bolsa que se encontraba cerca del control de cambios.

Acto que fue interrumpido por Yelena, inmovilizando el brazo de la arquera mientras con la otra mano trataba de seguir conduciendo por la carretera. Kate posó su brazo libre sobre el cuello de Yelena haciendo que la rubia condujera de manera incontrolada provocando que la chica de morado la soltará y estampara contra la puerta trasera. 

—¡Maldita seas, rubia desconfiada! ¡Sólo quería una papa frita, tengo hambre! —reclamó Kate mientras se frotaba el golpe de su cabeza. 

Yelena, rápidamente, aparcó el automóvil a un lado de la carretera, bajó del auto, abrió la puerta trasera arrastrando a Kate hacia ella.

—Vuelve a dormir arquerita —dicho esto, Yelena noqueó nuevamente a la chica de cabello negro. 

Esta vez colocó cinta gruesa en la boca de Kate y volvió a atarla con más fuerza. Faltaba poco para llegar al apartamento vacío, no quería ninguna otra distracción, sólo quería descansar y dormir por un rato.

Mirada Atlantica | KatelenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora