- III -

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[02 - Escafandra]

Varios días habían pasado desde aquel incidente. Hasta entonces no se había repetido algo parecido. Su hermano mayor había encontrado consuelo y apoyo por parte de Alessandra, su abuela. No podía negarse que se seguía sintiendo cierta tensión entre él y sus progenitores —con su madre más que nada—, pero poco a poco el ambiente volvía a ser el mismo. Luca agradecía a Poseidón la situación actual de su familia. Creía que era magia.

Todo ese tiempo, cuando se encontraba seguro que su hermano no correría peligro estando solo, salía de su casa a jugar con su nuevo amigo: Alberto Scorfano. Lo había conocido días antes por accidente en la plaza de Portorosso. Un día lo volvió a encontrar, en esa ocasión lo vio caminando en la orilla de la playa y huyendo de las olas que se estancaban en la arena.
   Hablando entre sí, descubrió que Alberto tenía 14 años, por lo que era un año mayor que él; supo que solamente vivía con su padre debido al fallecimiento de su mamá cuando él era apenas un niño pequeño; también se enteró que el señor Enzo Scorfano solía salir de viaje con frecuencia, por lo que Alberto estaba solo en casa durante ese tiempo.

—A mi papá no le gusta que juegue en la casa —dijo con nervios en su voz—, o en las calles.

—¿Entonces dónde se supone que jugaremos, Alberto? Mi casa está llena…

—¡Obviamente allá! —señaló la isla que Luca había observado días atrás. Se oía emocionado.

—¡Pero-…! ¿Cómo llegaremos allá? Mis padres van a matarme si se enteran que me alejé de la plaza —y conociéndolos, era probable que así fuera.

—Iremos en un bote, duh —respondió con un tono de obviedad—. Verás que es divertido. Jugar allá y aquí es lo mismo, pero sin personas o animales, y claramente no hay muchas construcciones. Fuera de eso, los dos sitios son lo mismo.

Y lo hicieron. Se subieron a un bote y remaron hacia la isla. Desde entonces aquel sitio se había convertido en su patio privado de juegos. Solían pasar horas ahí, sólo explorando la isla o inventando juegos entre ellos dos.
   Luca nunca le contó a su familia que era ahí donde jugaba con su nuevo amigo; les hablaba de él y sus aventuras juntos, sin embargo, ninguno de los Paguro lo conocía en realidad para ese entonces.

Fueron meses los que pasaron siguiendo esa rutina. Se encontraban en el muelle a medio día y remaban hacia allá para pasar toda la tarde. Jugaban a las escondidas; observaban las plantas, o insectos, o el cielo; dibujaban en la arena o simplemente podían pasar todo el día sentados hablando de un sin fin de cosas.
   Siempre era así. Bueno, exceptuando los días nublados o lluviosos, o los días en los que el señor Scorfano regresaba al pueblo —pese a sus regresos, Luca no lo conocía más allá de las historias que el moreno le relataba—. Parecía que el mayor de los niños tenía fobia del agua, pues nunca, durante casi todo un año que tenían de conocerse, lo había visto mojarse. Siempre que Luca sugería entrar al agua a nadar o sólo mojarse los pies, Alberto ponía excusas para evitarlo. Los días nublados o de lluvia no se veían debido a que "era peligrosa la marea" y las extrañas reglas de la casa Scorfano. Y de camino a la isla o de regreso al pueblo, se mantenía justo a la mitad del bote para no salpicarse. El menor parecía extrañado por el comportamiento de su amigo, pero después de un tiempo empezó a ignorarlo pensando que no le gustaba el agua.

• • •

Aquella mañana se sentía acalorada, algo húmeda debido al inicio de las fechas veraniegas. Luca despertó con una sonrisa más radiante que el mismo sol de aquel día. Semanas atrás había acordado con Alberto finalmente explorar la torre de la isla en la que tanto jugaban. Quizás encontrarían un tesoro de los antiguos navegantes italianos.
   Esa torre se había convertido en su obsesión desde el instante que la vio por primera vez. Debía resguardar muchos secretos; podría resguardar la historia de sus antiguos residentes, o un plan antiguo de guerra, incluso podría haber viejos instrumentos o herramientas esperando ser utilizados nuevamente. Pese al hecho de pasar gran parte de sus días en la isla, nunca había entrado a dicha construcción; su mejor amigo cambiaba de tema cuando el pequeño Paguro sugería hacerlo. Sin encontrar explicación, finalmente había logrado convencer al de ojos esmeralda de investigar dentro de la torre de una vez por todas.

Tritone - Alberca/LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora