Tomo un sorbo de mi taza de café mientras observo los arboles del patio trasero desde los ventanales de la sala de estar.
Dodger a mi lado duerme plácidamente y el paisaje afuera es como una postal, el sol brilla en un cielo tan intensamente azul como los ojos de mi esposo, pienso en el, regresa el malestar a mi pecho, recuerdo que la última vez que hablamos discutimos por su viaje a Londres y desde entonces he evitado hablar con el más de lo necesario, en éste momento debe estar por regresar a casa, su avión llegó hace algunos minutos, no dejo de angustiarme cada vez que viaja, una extraña sensación se apodera de mi cada vez que llega a la ciudad y viaja desde el aeropuerto a casa, eso desde que tuvo aquel accidente en donde nos dio a todos un susto de muerte.
De pronto Dodger se despierta y mueve sus orejas, es el indicativo de que Chris está llegando a casa.
Observo el monitor de los bebés, ambos duermen placidamente, gracias al cielo están comenzando a dormir más horas seguidas.
Tomo un poco más de mi taza de café y espero a que mi esposo haga su entrada en la casa, cosa que hace unos segundos después, seguido por los saltos de alegría de Dodger a su alrededor.
Sus ojos hacen contacto conmigo y una sonrisa ilumina su rostro, de inmediato comienza a desvestirse.
- Hola cariño.
- Hola - le respondo observando como se deshace de cada prenda hasta quedar en bóxer y una pequeña camiseta sin mangas, rocía sus manos y brazos con alcohol y se aproxima.
Su sexy caminar y su blanca y pálida piel que envuelven sus músculos hacen de la escena todo un espectaculo al cual no pienso sucumbir.
- Preciosa... Te extrañé - me da un beso en los labios, al cual le respondo pero no es nuestro saludo habitual, estoy molesta, sin embargo también increíblemente feliz de verlo, lo he extrañado tanto que a veces costaba respirar.
- Yo también - le respondo aferrandome a la taza de café que tengo y dando un sorbo para tranquilizar los latidos furiosos de mi corazón, quiero besarlo hasta que se desgasten mis labios pero también quiero gritarle e insultarlo, sus ojos azules comparables con el cielo de afuera me miran y sus labios están sonrientes.
- ¿Los bebés? - pregunta.
- Están bien, están durmiendo.
- ¿Y mi madre?
- Hoy se fue a su casa, regresa en la noche... por aqui ya tenemos todo más controlado.
- Me agrada oír eso, voy a darme un baño.
- Si claro.
- ¿Quieres acompañarme?
Esa pregunta hace que mis hormonas se activen, pero me controlo.
- Los niños deben estar por levantarse, mejor ve tú.
- Vuelvo enseguida - besa mis labios nuevamente y desaparece de mi vista con Dodger siguiendo sus pasos.
Me levanto y me dirijo a la cocina, sé que debe tener hambre, nunca come comida de los aviones.
Coloco un poco de lasaña del almuerzo y enciendo el horno para calentarla, comienzo a preparar una ensalada de mixtura de lechugas.
Estoy concentrada en mis tareas y un par de manos acarician mi cintura, y me envuelven, besa mi cuello, y aspira mi aroma, de inmediato mi piel se pone de gallina.
- Lo lamento cariño...
Volteo y nuestras miradas se encuentran.
- Tienes razón, en todo, no pensé bien en las consecuencias de todo ésto, no eres la única a la que le han escrito nuestros conocidos.