How Do You Sleep? ღ Minsung

♪18

Aquella extraña mujer se acercó a MinHo sosteniendo un vaso de chocolate caliente qué había comprado cercas de dónde se encontraban. El menor mordía sus dedos aún con el llanto atorado y inconscientemente aún soltaba lágrimas de sus ojos.

— Toma esto — tomó asiento aún lado suyo y MinHo tomó el chocolate distraídamente. — ¿Estás más tranquilo ahora?

Él asintió.

La nieve caía tan lentamente cómo si se tratara de una película navideña, los focos al fondo ocasionaban un aura mucho más triste en señal de que sólo ellas eran testigos de la tristeza qué emanaba en aquella banca.

Eran testigos de un corazón roto.

— Gracias — dijo después de dar un sorbo al chocolate. — Gracias por alejarme de él, si no lo hubiera hecho yo capaz volvía a irme con él.

— Ésta bien — golpeó su espalda gentilmente. — ¿Él enserio era tú novio?

— Si — aspiró su flujo nasal. — Yo lo amaba, se lo juro. – bajó la mirada dejando caer varias lágrimas.

— Supongo así son los adolescentes — dejó salir aire frío de su boca. — Yo también tengo un hijo, se llama Chan, vino aquí a Corea solo desde muy joven y vine a visitarlo, a pasar navidad con él.

MinHo observó nuevamente a la mujer algo confundido pero, nl dijo absolutamente nada y dirigió su mirada nuevamente al vaso de chocolate.

— Hace frío, te acompañaré a casa — se levantó.

— Me fui de mi casa — trago saliva. — Vivía con él.

La mujer nuevamente tomó asiento aún lado suyo y asintió frunciendo su boca ¿Cómo era posible qué este chico fuera capaz de dar todo por una sola persona?

Buscó entre sus ropas su teléfono y se lo extendió a MinHo qué la observó aún con lagrima en sus ojos.

— Toma, llama a alguien — le extendió su teléfono. — Llama a tú madre.

Negó.

— Ella no quiere hablar conmigo — mordió su labio inferior. — Le dije muchas cosas horribles antes de irme y me dijo qué no volviera si e iba con él — río amargamente. — Soy muy estúpido.

— Las mamás somos asi, chiquillo, queremos cuidarlos pero, somos las primeras en lastimarlos — sonrió tristemente. — Cuándo te vi tan desesperado tratando de huir me sentí cómo si estuviera viendo a mi hijo, pasé tanto tiempo lejos de él qué no estoy segura si algo lo puso en la misma situación en la qué te encontré, en una situación sin salida. — volvió asentir. — Vine a pasar tiempo con él y recompensar todos los años qué no estuve.

MinHo observó nuevamente a la mujer y ladeo una sonrisa triste.

— Bang Chan tiene una madre tan amable.

— ¿Bang Chan? — dijo aquella mujer. — ¿Conoces a mi hijo?

— Tal vez lo esté confundiendo — sonrió tomando otro sorbo a su chocolate.

— Mi Channie es muy alto, su piel es pálida y es australiano — dijo rápidamente con emoción.

— ¿Y se le hacen oyuelos cuándo sonrie?

— ¡Si! ¡Oh por dios, conoces a mi hijo! — mostró sus dientes en una sonrisa. — Eres su amigo, entonces.

— Si — sonrió. — Es muy buena persona.

En ese momento por la mente de MinHo se atravesó el recuerdo de cuando Chan y él se besaron en aquel antro.

— Me siento mejor sabiendo qué ayude a uno de sus amigos — suspiró. Le estiró nuevamente su teléfono a MinHo qué esté solo se dedico a negar. — Llama a alguien.