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Daphne Quinn
Sentía un pinchazo en mi cabeza que no cesaba, que estaba ahí una y otra vez acompañado de un cansancio insoportable.
Para colmo, tengo aquí la gran noticia de que Eiden se ha tomado la libertad de desnudarme y meterme en su cama.

—Vale, a ver.— intenté calmarme, cerrando por un momento los ojos e intentando unir puntos en mi mente.— ¿Por qué coño me has quitado la ropa?

—Uhm no sé... ¿quizás por qué estaba empapada?— dijo Eiden irónico, sentándose a un lado de la cama.

—Me podrías haber despertado o algo...

—¿Despertado?— me interrumpió, sus rasgos eran de pura indignación y su voz se endureció.— ¿Sí sabes que estabas drogada y que no había forma de despertarte?

Drogada... genial. Otra cosa más que añadir a la lista de cagadas de Daphne, que no son pocas empezando por el año pasado.

—Dios mío...— escondí mi rostro entre mis manos y sentía picor en los ojos, tenía unas ganas tremendas de llorar.— ¿Por qué me sale todo mal?

—Oye no fue tu culpa.— Eiden apoyó su mano en mi rodilla de forma reconfortante.

—No, sí que es. — le miro a los ojos.— Siempre que salgo e intento divertirme me ocurre alguna desgracia, y créeme que la última vez que salí a una fiesta me pasó algo horrible...

—¿Qué te ocurrió?

—No quiero hablar de ello.— negué, borrando de mi mente los recuerdos que ahora me venían de aquella noche.

Tras unos segundos en silencio, Eiden buscó mi mirada y habló.

—¿Tiene algo que ver el tal Dante?

Me sobresalté y me senté rápidamente en la cama, inclinando mi cuerpo hacia él.

—¿Qué sabes de él?

—No mucho, anoche no parabas de mencionarlo, decías cosas sueltas y no logré entenderte muy bien.

Temo por mi vida, no sé qué es exactamente lo que le he soltado de Dante y eso me da miedo, hay muchísimas cosas que podría decir y hay aún más cosas que no quiero y no puedo contar.

Miro a mi alrededor: mi ropa de anoche está perfectamente doblada en una silla junto a mi bolso, no hay nada revuelto por la habitación y aunque esta cama huele enteramente al perfume de Eiden, sé que no ha dormido conmigo esta noche y es algo que agradezco, no cualquiera hace eso y menos con una desconocida, pues Eiden y yo no nos conocemos más allá de ir a clase juntos.

—Dante es mi ex novio.

—Me lo esperaba...— su voz suena apenada.

—He dicho ex novio, ya no estamos juntos... la cosa no salió muy bien.

—¿Qué pasó? Si no es mucho preguntar.

—Problemas con nuestras familias, simplemente eso.

Tampoco podía contarle a Eiden quien era mi padre y quienes eran los padres de Dante.

—Ah eso...— bufó con molestia.— La familia siempre metiendo las narices donde no deben.

—No es de la forma en la que piensas, es...— busqué el término exacto.— Difícil de explicar, y aunque tu suene algo clasista y anticuado, básicamente su familia y la mía no se llevaban bien.

Eiden juntó las cejas, mirándose de forma extraña y se quedó pensativo.

—O sea que...— gesticuló con sus manos mientras miraba hacia arriba, pensando en lo que decir.— Erais algo así como Romeo y Julieta ¿no?

(D)estrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora