Más intensidad, más pasión, más venganza.
Los finales siempre serán comienzos cuando sigues teniendo un pasado en común.
Daphne comienza su nueva vida en la prestigiosa Harvard. No necesita amor, no necesita amistad, no necesita nada.
Venganza.
Esa...
Daphne Quinn Estaba parada frente a la puerta del piso de Eiden, quedamos en que yo vendría hacia aquí y accedí sin ningún tipo de problema. Antes de salir de casa, avisé a Ryder de que posiblemente dormiría fuera y él simplemente me respondió un: "okey" y siguió con lo suyo.
Pero ya seguiré con nuestra situación en otro momento, hoy es noche de disfrutar.
Le mando a Eiden un mensaje de que estoy en la puerta, pues si pego dudo mucho de que se entere debido al estruendo de la música.
Cuando la puerta se abrió y vi la asombrosa imagen de Eiden, mi sistema operativo se restauró como por diez veces. Lo primero que destacaba de él era que su cuerpo estaba completamente maquillado de un azul celeste mezclado con tonos oscuros. Llevaba puesta la túnica negra que hicimos en el taller y le había añadido una pequeña calavera como adorno.
Cuando miré su cara... madre mía.
También tenía un tono azul claro pero sus ojos estaban maquillados con hondas negras, lo que oscurecerían más sus rasgos, el piercing de la nariz resaltaba entre tanto azul. Y su pelo era brutal, no sé cómo pero había logrado hacerse una cresta hacia arriba y pintársela de azul.
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—Bienvenida al Inframundo.— curvó su malévola sonrisa hacia arriba e hizo una leve reverencia ante mí.— Wow, estás jodídamente hermosa.
Mi traje era blanco y me llegaba hasta un poco más alto que las rodillas. Velos blancos lo adornaban y le daban ese toque idílico que se veía desde lejos, acompañado de ramas compuestas de hojas que pegué por mi cintura y también por mis piernas. Por no hablar de mi maquillaje, el cual estuve varias horas haciendo y que se componía por tonos verdosos y dorados.
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