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Daphne Quinn
Tengo que ir a clases.— mencioné entre risas.

Ryder me dio un pico mientras seguíamos tumbados en su cama.

—No vayas, quédate aquí conmigo.— hace puchero con sus labios y esta vez soy yo quien besa su boca.

—Me tengo que ir y tú tienes que irte a trabajar.

Desde que nos hemos despertado, no hemos dejado de tontear y de darnos besos, sin llegar a más pero con mucha intensidad.

—Está bien.— cede, poniéndose la almohada en la cabeza.

—No seas tonto, estaré aquí en unas horas.

—Ocho, para ser exactos.— interviene, frustrado.

—Es lo que hay.

Me levanto, aún con la camisa que me prestó puesta y me dirijo a su ventana. Retiro las cortinas y el sol se cuela a través de ellas, iluminado toda la habitación.
Hay silencio entre nosotros, por lo que deduzco que Ryder ha de estar mirándome perdido en sus pensamientos.

Giro levemente mi cabeza hacia él y afirmo mi pensamiento: sus grandes ojos azules me observan de arriba a abajo y eso me saca una sonrisa socarrona.
Me acerco a él y apoyo mis manos en la cama, quedando a centímetros de su cara y sin poder resistir la tentación de dar cortos besos en sus labios.

—Daphne.— menciona cuando nuestros labios se separan.

—¿Sí?— me enfoco en su mirada.

—Creí que después de lo de anoche las cosas entre nosotros iban a estar... raras.

—Ya, yo también lo creía.— le doy la razón. Yo también creía que ambos íbamos a actuar con tensión o con algún tipo de vergüenza.

—Me alegro de que todo vaya bien.— me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.

Me permito estar en silencio con él unos segundos, ambos disfrutando de la compañía del otro antes de marcharme a la universidad.

—Voy a prepararme, no quiero llegar tarde.— me levanto de la cama y me dirijo hacia la puerta.

—Vale, no te olvides de venir a despedirte cuando acabes.

Me muerdo los labios, curvando una sonrisa y me dirijo a mi habitación. Ryder quiere verme cuando me termine de vestir... ¿en qué momento llegamos a esto?

No lo digo como algo malo, de hecho no creo que lo sea, simplemente todo esto está siendo un poco raro para mí. Llevo meses sin tener pareja y no sé, quizás después de lo de anoche Ryder actúe como si lo fuera y no sé si quiero eso.

Por dentro estoy rota y no me siento preparada para estar con alguien más. Lo aprecio y no quiero romperle sólo porque mi alma esté hecha pedazos.

Preparo la mochila, saco un conjunto de ropa básico compuesto por pantalones vaqueros y sudadera normal, no me apetece arreglarme mucho.
Me meto en el baño y tardo una media hora en ducharme, lavarme el pelo, secarme y ponerme toda la ropa.

Una vez lista, me doy un último vistazo al espejo. Se me escapa una sonrisa al ver mi propia imagen, mi rostro está más iluminado y eso me hace lucir genial.

Y yo sé perfectamente porque luzco así...

Recuerdo sus palabras y me planto frente a su habitación, pues mantiene la puerta cerrada.
Doy suaves golpes contra la madera y giro el pomo, entrando en pequeños pasos lentamente.

Ryder está sentado en la silla giratoria frente a su escritorio, mantiene la pantalla de su laptop abierta y me detallo en la expresión de concentración que porta.
Tampoco puede pasar desapercibido su uniforme de policía...

(D)estrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora