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Daphne Quinn
Después de una ducha "relajante", sacarme un outfit decente para ir a cenar y esperar a Ryder por unos minutos, al fin me recogió y pudimos ir al restaurante al que tantas ganas tenía de llevarme.

De camino al restaurante en el coche, no paré de observar la calle detenidamente en todo momento, pues temía volver a ver al encapuchado aún encontrándome junto a Ryder, que sé que haría cualquier cosa por mí.
Tampoco hablé mucho durante el camino, llevaba un buen susto metido en el cuerpo que me llevaba nerviosa todo el trayecto, aunque ya había pasado un buen rato de lo ocurrido.

Bajamos del coche y Ryder apoya su mano en el bajo de mi espalda mientras vamos caminando.
Le miro de reojo: no le ha dado tiempo a cambiarse, por lo que lleva su uniforme del trabajo y eso me encanta.

—Que sepas que has venido guapísima.— me susurra al oído mientras vamos entrando.

—Tú no te quedas atrás.— lo miro de arriba a abajo y me muerdo el labio, siendo consciente de que me ha visto echarle esa mirada.

—¿Lo dices en serio? Quería arreglarme un poco más para ti.

—Así estás bien para mí, créeme.— lo decía porque yo tenía una especie de fantasía hot con su traje de policía.

Llegamos a la entrada del restaurante y un camarero nos lleva a una mesa para dos personas en una especie de terraza, donde hay un par de parejas más pero de edad adulta.
Eso es algo que más de una ocasión se me ha venido a la mente, ¿qué pensará la gente cuando nos ve juntos? Vale que Ryder y yo no nos sacamos tantos años, solo siete, pero su porte era el de todo un hombre adulto y yo aún lucía como plena adolescente, a pesar de mis dieciocho.

—¿Te gusta este sitio?— Ryder me saca de mis pensamientos.

Hojeo el lugar con más detalle: la noche está bastante serena y el frío no se nota porque hay grandes estufas colocadas alrededor de toda la terraza, el lugar mantiene una apariencia moderna tanto por dentro como por fuera y
enfrente de nuestra mesa queda un balcón decorado por flores.

—Me encanta.— confieso admirándolo todo.— Tienes buen gusto.

—Lo sé, me pasa contigo.

—¿Conmigo?— lo miro enmarcando una ceja y sonriendo con superioridad.

—Bueno, ya sabes que me gustas.— en ese momento, apoya su mano en la mía encima de la mesa y me quedo perpleja; sus dedos acarician mi piel.— Daphne.

—¿Si?

—¿Crees que voy demasiado rápido?

En el momento en que hace esa pregunta, la cual me deja totalmente en blanco, aparece el camarero para tomarnos nota y me salva la vida, me da unos segundos para pensar mi respuesta.
Decido pedir de cena lo mismo que Ryder, tenemos gustos culinarios muy parecidos y me fío de él.

Volviendo al tema...

—Define rápido.— vale, no es la mejor respuesta, pero no se me ocurre nada más.

—No sé, por ejemplo el hecho de traerte a cenar o...— noto algo de rubor en sus mejillas, luego sonríe con picardía.— Cuando dormimos juntos, no sé si todo esto es mucho para ti.

—A ver.— resoplo, pensando bien la respuesta para intentar ser lo más sincera posible.— Vivimos juntos, entre tú y yo hay atracción y sabíamos que tarde o temprano acabaríamos acostándonos, así que yo eso lo veo normal.

Hago una breve pausa y aprovecho para dar un sorbo a mi bebida.

—»En cuanto al tema de la cena y demás, me gusta. Además, esta apenas es nuestra primera cena mas romántica desde que... ya sabes.

(D)estrucción Donde viven las historias. Descúbrelo ahora