III

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Yeonjun tomó la mano del príncipe Soobin, llevándolo hacia el jardín cuando culminó la conversación con su madre

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Yeonjun tomó la mano del príncipe Soobin, llevándolo hacia el jardín cuando culminó la conversación con su madre.

Soobin estaba un poco confundido, ¿Por qué lo llevaba hasta allá? Se preocupó inmediatamente, pensando en que todo el espectáculo anterior había sido solo eso, un espectáculo para quedar bien ante los invitados y que en realidad Yeonjun le iba a decir que se fuera o algo relacionado.

Soobin bajó la mirada, dejándose llevar por el príncipe, intentando retener las lágrimas que amenazaban con salir.

Finalmente, Yeonjun se detuvo en el kiosco blanco, adornado igualmente con luces tenues y coronas de flores. Su madre le había avisado que el lugar estaría libre y tranquilo por si quería estar a solas con el príncipe del reino de Ga-ja. Giró su cuerpo para observar que Soobin se encontraba con la cabeza gacha.

—¿Estás bien?—Preguntó preocupado, solamente obtuvo un asentimiento por parte del más alto—Oye, ¿Qué pasa? Puedes decirme—Insistió el pelirrojo, dejando con cuidado su mano en la mejilla del contrario, haciendo que levantará su cabeza sorprendido por el toque, dejando ver sus ojos cristalinos—¿Por qué vas a llorar?—Inmediatamente sacó un pañuelo de su saco, ofreciéndolo al chico de cabellos oscuros. Soobin agradeció el gesto, tomando aire para poder hablar.

—Tengo miedo de que no te agrade o que me quieras fuera de tu vida.

—¿Qué?—Yeonjun estaba desconcertado, ciertamente no estaba de acuerdo con la noticia desde hace algunas horas, dispuesto a largarse para terminar todo. Pero en el momento en que vió al chico, todo lo negativo desapareció, anhelando una plática más larga para conocerlo—Yo  estoy bien con el matrimonio, no he tenido pareja y deseaba que alguien me quisiera. Ví esto como una buena oportunidad, príncipe—Soobin lo miró fijamente—Pero creo que eres tú el que no se encuentra bien con esta situación.

Yeonjun terminó envolviendo a su prometido en sus brazos, acariciando su cabello con la precaución de no tirar su corona. Mientras, Soobin se rompía en un silencioso llanto, tomando entre sus manos el saco del contrario, aspirando su colonia y sintiéndose bien con los brazos del príncipe alrededor de él.

—Tienes razón—Comentó el pelirrojo en un murmullo—Al principio odié todo esto, pero ahora que he visto lo hermoso que eres, me hace desear hablar contigo, conocerte y dejarte reinar a mi lado—Soobin lo miró sorprendido.

—¿Lo dices en serio?—El mayor asintió con una sonrisa—¡Si quiero!

El primer paso ya estaba listo, ahora iban por el segundo, el cual sería comenzar a entablar una cómoda conversación para conocer a su persona, sus gustos y los disgustos. Ambos príncipes habían comenzado a comportarse como dos niños pequeños, dando pequeños saltos alegres y riendo como si no tuviesen que transmitir una honorable imagen de la realeza. A fin de cuentas estaban ellos dos solos, ¿verdad?

Por otra parte, las reinas apenas vieron a los chicos salir de la habitación, corrieron a la sala de vigilancia. Dejando a sus esposos riendo mientras iban por una copa.

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