IV

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Soobin despertó por un haz de luz que entraba del gran ventanal delante de la cama donde se encontraba

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Soobin despertó por un haz de luz que entraba del gran ventanal delante de la cama donde se encontraba. Se removió un poco, intentando ocultar su cara en la gran almohada que abrazaba.

Extrañamente, la almohada se sentía dura y calientita, además de que tenía un olor a color a colonia que no era la suya y ahora hacia sonidos parecidos a una cosa, por lo que desconcertado, Soobin abrió los ojos y miró que dónde estaba acostado...

No era una almohada.

Era el príncipe Choi Yeonjun riendo por sus acciones anteriormente hechas. Inmediatamente se sonrojó y se alejó susurrando una disculpa, acomodándose en donde si había una verdadera almohada.

Soobin recordó que la noche anterior había tendió el descaro de pedirle a Yeonjun dormir con él, terminando en la habitación del mencionado después de ponerse la pijama.

Entonces había entrado tímidamente sin haber tocado, recibiéndolo un Yeonjun con solamente unos pantalones de pijama, mientras la prenda de arriba se encontraba entre sus manos. Soobin cubrió sus ojos con ambas manos, volteando para no interrumpir más la privacidad del príncipe quien después de estar completamente vestido susurró un "Ya puedes voltear".

Se puso a analizar con discreción la habitación en dónde se encontraba y quedó asombrado al ver el gran ventanal que tenía la vista hacia el bosque y el reino. Yeonjun notó la curiosidad de Soobin, por lo que se encaminó hacia allá, abriéndolo de par en par  e invitando al príncipe a  ir a su lado. Juntos, salieron con cuidado al balcón, saltando un pequeño escalón donde se encontraba apoyado el gran cristal.

Yeonjun se recargó en el barandal que rodeaba el balcón, suspirando y cerrando sus ojos al sentir la brisa fresca mover su cabello ya no tan fijo.

—Tiene una hermosa vista—Dijo Soobin, colocándose a su lado.

—Lo es, el color de los pinos del bosque inunda el cuarto en las madrugadas—Respondió el mayor, mirándolo.

—Suena divino—Dijo el chico con una tierna sonrisa, delatando sus hoyuelos—Me encantaría despertar así todo los días—Soobin aspiró profundamente, percibiendo el olor descrito por el pelirrojo.

—Puedes hacerlo—Dijo el hombre de ojos almendrados, mirándo hacia el frente—Cuando nos casemos, podemos hacer una pequeña casa cerca del bosque o en el mismo—Soobin le miró sorprendido. Yeonjun sonrió sin ser conciente de la expresión de su compañero—Incluso podremos llevar a nuestros hijos de campamentos y...—Guardó silencio cuando finalmente vió al menor—Lo siento. Perdona si te abrumé, no era mi intención hacerlo.

Soobin se acercó a Yeonjun y lo abrazó, quien confundido correspondió, pegando al pelinegro aún más a su cuerpo, sintiendo una sensación cálida invadir su cuerpo.

—¿Cuántos hijos tendremos, príncipe Yeonjun?—La pregunta lo tomó por sorpresa, pero aún así fue capaz de responder.

—Quiero al menos dos. Crecí como hijo único y me hubiese gustado tener un hermano, aunque mi primo Beomgyu siempre me hizo compañía—Soobin se separó un poco para mirarlo..

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