Un mal presentimiento

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— ¿Por qué dices eso? ¿Qué sabes? —dijo Niall fuera de la habitación.
— Deja ya el tema. No es asunto nuestro —contestaba Liam.
— No será el tuyo, pero el mío sí —salió corriendo de la casa.

Niall corrió hasta la casa de Louis. No había nadie.

— Mierda —maldijo.

Le escribió varios mensajes. No le llegaban.
Lo llamó varias veces. No contestaba.

Caminó algo rápido por aquellas calles de Londres cercanas a la casa de Louis intentando encontrarlo. Tenía que hacerlo y contarle lo que acababa de oír de Liam.

La búsqueda se le estaba haciendo imposible, pues no veía a Louis por ningún lado.

Eran las 7:45 de la tarde, o eso marcaba el reloj de Niall.

Sin resultado alguno, decidió volver a casa y hablar con Louis al día siguiente. Si no era demasiado tarde.

Por la cabeza del rubio nada bueno pasaba. Tenía un mal presentimiento. Él conocía muy bien a Harry y sabía que sería capaz de hacer cualquier cosa. Algo malo estaba pasando o pasaría pronto, y esperaba con todas sus fuerzas equivocarse.

Louis caminaba dudoso llegando a aquel gran puente. No sabía si había hecho bien en ir.

Mucho antes de salir de su casa estuvo pensando por más de 30 minutos que pasaría si no iba. Llegó a la conclusión de que Harry no se lo tomaría nada bien, y lo que menos quería era tener más problemas con él.

Ya casi era de noche. Allí quedaban 2 o 3 personas que no tardaron en irse, quedando solo Louis.

Miraba para todos lados intentando buscar a Harry, pero no lo veía.

— Vaya —escuchó por detrás a unos pasos de él — Al final has venido —decía Harry mientras llegaba a Louis.
— No tengo mucho tiempo. Tengo cosas que hacer —dijo con la cabeza gacha y sus manos en los bolsillos de la chaqueta.

Pista: Louis no tenía nada que hacer.

— Si tanta prisa tienes... Vete —le dijo echándose a un lado para que Louis pasara.
— Bueno... A lo mejor... Puedo quedarme. Ya haré esas cosas mañana —Harry se volvió a colocar delante de él.
— Eso será —soltó Harry en voz baja mirando hacia a un lado.
— ¿Qué? —levantó la cabeza para mirar directamente a Harry.
— Nada, nada —rió.
— ¿Y de qué querías hablar? Tú dirás, estamos solos —preguntó Louis.
— De que tienes más ganas de follarme que yo de matar a la profesora de anatomía —se cruzó de brazos apoyando su cuerpo en uno de los laterales del puente.
— ¿Yo? ¿Qué? No —sus ojos se abrieron — Eso no es verdad —frunció el ceño.
— ¿Estás diciendo que Liam miente? —giró su cabeza y miró a Louis.
— Yo en ningún mom- —paró.
— Te escuchó —Harry lo interrumpió.
— Tal... Tal vez lo dije. Pero era el primer día, yo era nuevo y no sab- —paró de nuevo.
— Cállate —lo volvió a interrumpir.

Louis obedeció y hubo unos minutos de silencio absoluto.

En 1 segundo Harry se colocó delante de Louis, a centímetros de su cara.

Ambos podían sentir sus respiraciones tan cerca. Louis estaba a punto de explotar. Lo único que quería era agarrar la cara de Harry y darle el mejor beso que le han podido dar en su vida.

Harry no sabía exactamente que era lo que le estaba pasando. ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué con él? ¿Por qué tan cerca? ¿Por qué sentía que ese tal Louis estaba haciendo que algo cambiase? Pero no, eso no era lo normal en Harry, no podía estar pasándole.

Lo que en principio era un juego, una apuesta por ver lo que tardaba el novato en creer que Harry de verdad lo quería, se estaba convirtiendo en algo más personal que popular.

Harry se dio cuenta de que todo lo que estaba pensando no tenía ningún sentido. Se negaba a que lo tuviera.

— Quítate esos pensamientos de mierda de la cabeza—se acercó un poco más —Yo no soy gay pedazo de gilipollas —dijo mirándolo a los ojos.
— Perdón. De verdad yo no quise. No sé por qué lo dije —bajó la mirada.
— Me suda la polla el motivo. Que no me vuelva a enterar que sueltas algo que tenga que ver conmigo —se separó para darse la vuelta e irse.

A mitad de camino Harry se dio la vuelta.

— Porque te juro que si eso pasa, te parto la cara —siguió caminando.

Louis seguía ahí, en el mismo sitio intentando entender el por qué de todo. Algo le decía que Harry no quería aceptar lo que fuera que tenía en la cabeza. Pero, ¿el qué?

El ambiente empezaba a ser frío y Louis comenzó a caminar de regreso a su casa.

— ¿Qué es eso que Harry no acepta? Porque estoy seguro de que lo que dice no es lo mismo que piensa —hablaba en voz alta para él solo.

Eran las 11 de la noche. Louis ya había cenado, había lavado los platos y se había puesto su pijama.

Puso a cargar el móvil, que llevaba sin batería desde las 6 de la tarde, y vio mensajes y llamadas perdidas de Niall.

¿A qué se debía esa preocupación que Niall le transmitía por los mensajes?

Decidió leerlos pero no contestarlos, ya hablaría con él mañana.

Apagó su móvil y se fue a dormir.

El despertador sonó como cada mañana, a las 7. La misma rutina, desayunar, vestirse, preparar la mochila y andar esos 15 minutos hasta llegar al instituto.

— ¡Louis! —gritó Niall corriendo hacia él cuando lo vio entrar.
— Buenos días —dijo sonriendo.
— Estás bien —decía aliviado.
— ¿Por qué estaría mal? —preguntó confundido.
— Tengo que decirte algo —susurraba en voz baja.
— No tengo tiempo ahora —esquivó a Niall y siguió andando.
— Es importante —fue detrás de Louis.
— Adiós Niall —terminó sin mirar para atrás y desapareció entrando en una clase.

Louis y Niall no estaban juntos en algunas asignaturas.

El castaño se sentó en su mesa y sacó el libro. Cuando fue a sacar la libreta que en la última clase se dejó en el cajón de la mesa, vio un papel doblado al fondo de esta.

Lo cogió algo confundido y pensando si en realidad debía abrirlo. En esa clase estudiaban más alumnos de otras edades, no era su clase principal. Por lo tanto, ese papel podía ser de cualquiera o para cualquiera que no fuera él.

La curiosidad cada vez era mayor, así que lo terminó abriendo, quedando impactado con lo que leyó en él.

Lo que nunca te dije Donde viven las historias. Descúbrelo ahora