CAPÍTULO 5

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Harry estaba tumbado en el suelo, mirando el techo de la habitación y reprendiéndose por su impaciencia.

Ser el gobernante de Ankara a menudo exigía que hiciese lo imposible para persuadir en lugar de obligar. Dada su reputación como un aventurero, y como el hijo ignorado de su padre, tenía que luchar contra los prejuicios y la desconfianza.

Estaba acostumbrado a ser paciente y no iba a tolerar que los partidarios de su padre socavasen su autoridad, pero cuando Louis le preguntó qué quería hacer no había podido ser cauto.

La oleada de emoción que sintió al tener en brazos a su hijo había sido tan poderosa que no quería soltarlo.

Además, ver a Louis abrochando los botones de su camisa a toda prisa, los mechones castaños enmarcando su precioso rostro... su corazón se había acelerado de deseo y determinación, pero definitivamente había sido un error hablarle de vivir juntos tan pronto.

Y ahora estaba allí, solo, incapaz de conciliar el sueño, buscando un argumento para convencerlo de que aceptase lo que le ofrecía pues, en su opinión, era lo mejor para el niño.

La negativa de Louis era una lección. Seguramente él pensaba que vivir con alguien como Harry, en un lugar como Ankara, significaba estar solo y viviendo en el fin del munso o algo parecido.

Aunque la idea era muy atractiva, pensó, esbozando una sonrisa torcida. Tenerlo siempre cerca de él, a su disposición, sobre sábanas de seda, con una invitadora sonrisa...

Harry se movió, inquieto. Podría estar ahora mismo descansando cómodamente en la cama de una exclusiva suite en el hotel más prestigioso de Cumbria, en su lugar estaba tumbado en el suelo de la habitación de Alex.

Era culpa suya por haber hablado demasiado pronto, por hacer tan abrupto anuncio sin darle tiempo. Louis intentaba mostrarse calmado, pero él había notado que estaba tenso, inquieto.

Cuando vio su aspecto cansado, le había insistido en que se fuese a dormir, pero él no había vuelto al hotel. Acababa de encontrar a Alex, y a Louis, y no quería dejarlos tan pronto.

Le había pedido permiso para quedarse a dormir en el sofá del salón y él había aceptado, tal vez sabiendo que no iba a convencerlo para que se fuera o tal vez porque estaba demasiado cansado como para discutir.

Le había dicho que al niño le estaban saliendo los dientes y llevaba varios días sin dejarlo dormir bien.

En cuanto metió al bebé a la cuna y se fue a su habitación, Harry había tomado las mantas del sofá y las había extendido sobre el piso del cuarto de Alex, al lado de la cuna, para atenderlo si lloraba y así evitar que despertara a Louis.

Había dormido en sitios peores. Además, era su castigo por no pensar bien antes de hablar...

Un grito infantil hizo que se levantase de un salto. Harry encendió la lámpara y miró la carita de su hijo, arrugada y roja. Sin saber qué hacer, sacó al niño de la cuna y lo apretó contra su pecho, respirando su delicioso aroma a talco y a bebé.

Carne de su carne, pensó. La promesa de una larga y feliz vida. Una vida que él estaba decidido a compartir.

Paseó por la habitación mientras le hablaba en su idioma, en voz baja para no despertar a Louis. Ver sus ojeras lo había hecho sentir tan mal que casi le había pedido que dejase su trabajo y se fuese con él a Ankara inmediatamente.

Aunque él no parecía interesado en regresar, para Harry crear una familia para Alex y que el niño creciese en el país que algún día gobernaría era lo más importante. Su experiencia como hijo no deseado, excluido por su propio padre, hacía que anhelase que Alex encontrase su sitio, que fuese aceptado y tuviese todas las oportunidades que a él le habían sido negados.

AMANTES DEL DESIERTO [LS AP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora