CAPÍTULO 13

82 8 16
                                    

Louis se dio media vuelta para acercarse a la ventana. Harry quería seguirlo, abrazarlo, pero no lo hizo. Si lo tocaba, podía despedirse de sus buenas intenciones.

Tragó saliva, pero era como si se hubiese tragado toda la arena del desierto. Aquel era el precio que tendría que pagar por perder al hombre que amaba. El único al que había amado.

Porque lo amaba. Lo amaba con tal devoción que tomar esa decisión era lo más difícil que había hecho nunca. Más que enfrentarse con la muerte a manos de Joseph.

¿Cómo iba a vivir el resto de su vida sin él?

Pensar en decirle adiós hacía que su corazón se encogiese de tal modo que no podía respirar.

Pero tenía que protegerlo a él y a su hijo. Con su habitual arrogancia, había pensado que enfrentarían juntos cualquier escándalo, que las críticas irían dirigidas solo a él, por quien era, por ser el padre de hijo. No había imaginado que escribirían sobre él como si fuera un...

Harry frunció el ceño. ¿Qué estaría pensando?

Louis estaba de espaldas, mirando el patio con la cabeza inclinada...

Un segundo después llegó a su lado. Levantó las manos, pero no se atrevió a tocarlo.

–¿Estás bien?

Era una pregunta estúpida, por supuesto que no estaba bien. ¿Pero cómo podía consolarlo?

–¿Eso importa?

–Es culpa mía, no debería haberlo permitido. – Le dijo Harry.

–¿Qué, pedir que viviéramos juntos o haber tenido a Alex? –le espetó él–. No respondas. Evidentemente, lamentas ambas cosas.

–¡No! –Harry puso las manos sobre sus hombros, luchando contra el deseo de tomarlo entre sus brazos–. No puedes pensar eso.

–Controlas muchas cosas, Harry, pero lo que yo piense no es una de ellas.

–Que regreses es lo mejor...–le dijo él. Pero cuánto desearía que fuese de otro modo.

–¿Para quién? Para ti, no para Alex o para mí –Louis se dio media vuelta para mirarlo.

Tenía los ojos tristes y, por primera vez, Harry se sintió como el fracasado que su padre lo había acusado de ser.

Era el único hombre en el mundo al que quería proteger, el único al que había amado nunca, y le había destrozado su vida. Verlo tan apenado, tan dolido, le partía el corazón.

–No mientas, Harry. No quieres arriesgar la corona por alguien como yo y un hijo bastardo. Es eso, ¿verdad?

Él se quedó en silencio, mirándolo a los ojos. No respondió a la pregunta.

Sacudiendo la cabeza, Louis se dio la vuelta y entró en el dormitorio.

–No tardaré mucho en hacer el equipaje.

Eso era lo que Harry quería porque era lo mejor para Louis. Sin embargo, no podía dejarlo ir. Era demasiado egoísta.

–¡Espera!

–No hay nada más que decir.

Pero sí había más que decir, tanto que no sabía por dónde empezar. Harry se colocó frente a la puerta, frustrando sus intentos de apartarlo.

–No se trata de proteger mi puesto, sino de protegerte a ti.

–No estás protegiéndome, estas echándome.

Su corazón, el órgano que durante tanto tiempo sintió inactivo, se aceleró ante esa voz cargada de angustia.

–Si no estás aquí, las murmuraciones se concentrarán en mí, como lo han hecho siempre. Yo seré el objetivo de las críticas.

AMANTES DEL DESIERTO [LS AP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora