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ELLIE

El sonido de voces me despierta, abro los ojos lentamente, removiéndome en mi cama. <<Espera, está no es mi cama>> Me incorporó rápidamente notando un horrible dolor de cabeza, a mi cabeza llegan los recursos de anoche, desde nuestros bailes en medio de la pista hasta nuestra escena en el baño. Saco los pies fuera de la cama notando un suelo frío que se comienza a calentar una vez nota movimiento, observo mi cuerpo dándome cuenta de que llevo el mismo vestido de anoche, es entonces cuando veo en una silla ropa de cambio, la cual agarro.

Entro dentro del baño y lo primero que observo es mi rostro y mi pelo y parece que hubiera salido de una pelea, enjuago mi cara y agarro un peine pasándomelo por el pelo intentando mejorar un poco mi aspecto, lavo mis dientes al notar la boca reseca, cambio mi ropa poniéndome un pantalón de chándal junto a un top de tirantes blanco, me agarro el pelo en un moño y salgo de la habitación en busca de agua.

Cuando llego a la cocina veo a Martha sentada en un taburete y a James apoyado contra la encimera, ambos dejan de hablar cuando me ven y yo me dirijo a la nevera pasando al lado de James, pulso un botón y un vaso de agua fría se prepara en el compartimento externo de la nevera.

–Buenos días, ¿como has amanecido?¿tienes resaca o sigues pensado que puedes volar?–me giro hacia James mirándole con odio.

–Buenos días, Martha.– enfatizó el nombre de mi amiga haciendo negar a James, agarro mi vaso de agua y me lo trago de una sola vez notando mi cuerpo agradecido.

–¿Donde está Maddie?–pregunto mirando alrededor.

–Aún no se ha levantado–responde James dándole un sobro a su café– era la que peor estaba.

Asiento, veo mi móvil en una esquina de la mesa por lo que camino hasta él agarrándolo, veo llamadas perdidas de mis padres y alguna de mi madre, por lo que les aviso de que ya estoy mucho mejor y que en nada vuelvo para casa, papa Stefan me recuerda que tengo que ir a la universidad por mis clases voluntarias, y es entonces cuando recuerdo que es domingo y que el lunes empiezo las clases, me lo apunto en el móvil para que no se me olvide y me giro hacia las dos personas que me miran fijamente.

–¿Que?– me observo por si acaso he salido en bragas y no me he dado cuenta.

–¿Como te ves tan bien con resaca?– Martha me mira con asco fingido, rio ante sus ocurrencias ya que nadie puede verse bien después de haberse bebido medio local.

–Oye es genial.– digo haciendo referencia al apartamento en el que nos encontramos, ya que es inmenso, la cocina conecta con el salón, el cual tiene un enorme ventanal que muestra parte de la ciudad, además de por lo que parece hay más de 3 habitaciones con baño incluido.

–Gracias, me costó mucho encontrar un piso tan bueno y barato en el distrito B, lo único que sabía es que tenía que huir de casa de mis padres.– dice mirándo alrededor y a pesar de estar casi vacío puedo darme cuenta de que una vez decorado será perfecto, de esas casas de las que no te apetece salir.

Un fuerte ruido se escucha proveniente de alguna habitación. Los tres caminamos hacia la única habitación  que tiene la puerta cerrada, donde encontramos a una Maddie tirada en el suelo enredada en sábanas.

–Me caí.– dice señalándose a sí misma, como si no fuera obvio. James se acerca a ayudarla mientras que Martha vuelve a cocina diciendo de pedirá el desayuno.

Maddie se levanta y se encamina al baño en el cual se encierra. Y yo me quedo sola con James en la habitación, noto como la tensión se eleva haciéndome sentir incómoda, ya que es más fácil fingir que lo odio con Maddie o Martha de espectadoras.

INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora