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ELLIE

Mis ojos no se apartan de ellos, simplemente no puedo creer que estén de vuelta en casa, y es que cuando ambos se fueron de casa me quede sola y aunque siempre lo niegue me sentí abandonada, pero con los años he llegado a comprenderlo.

Corro hacia ellos lanzándome en sus brazos, noto las lágrimas llenar mis ojos, aunque no me guste llorar las dejo correr por mi rostro mientras que la felicidad llena mi cuerpo, en mi rostro se plasma una sonrisa de felicidad y una risa nerviosa sale de mi boca.

–Si que nos has echado de menos.–mi hermano me acaricia la espalda mientras que mi cuerpo se sacude levemente por mis sollozos, me limpio el rostro rápidamente e intento no verme tan emocionada.

–¡Habéis vuelto!– no consigo disminuir la emoción y me tiro encima de mi hermana abrazándola con fuerza.

–Ya era hora de que lo hicierais.–oigo que dice Greg a mis espaldas pero yo me niego a soltar a mi hermana, enterrando mi cara en su hombro.

–Ya sabes lo difícil que es viajar a otras ciudades, padre.–sin levantar la cabeza agarro a mi hermano por la manga de su camisa y le incluyo en nuestro abrazo.

–Cierto–dice mi hermana, Chilea– además cada vez está más caro.– la suelto un poco dándole espacio, ella baja la mirada hacia mi regalándome una enorme sonrisa que me hace volver a pegarme a ella.

–Hemos aprovechado que es la semana de la compatibilidad y los precios son más asequibles.– todos asienten y es que viajar de ciudad en ciudad es muy caro, porque aunque las ciudades estén muy protegidas, una vez fuera de ellas cualquier cosa puede pasar, únicamente la gente rica o con altos rangos tienen permitidos los viajes entre ciudades fuera de las fechas acordadas, ya que son los únicos que pueden permitirse un viaje seguro, a los demás nos toca esperar a los momentos más óptimos para hacerlo, como por ejemplo esta semana, en la que la ciudad de Utopía se llena de seguridad permitiendo a todos la posibilidad de viajar.

El brazo de mi hermano me rodea por atrás y me aleja de los brazos de mi hermana, deja mi espalda apoyada en su pecho y noto como una mano me acaricia la cabeza despeinándome por completo.

–Sigues siendo mi ballenita.–me agarra de los mofletes apretándolos, le manoteó intentando soltarme, haciéndole reír.

–¡Bruto!– me tocó las mejillas con las manos notándolas doloridas y calientes.

–No me acordaba de ese mote.–papá Stefan se rasca la barbilla divertido.

–Mejor–digo– era horrible.–veo a Matt negar con la cabeza y es entonces cuando caigo que Josh y Kevin siguen en mi habitación, me giro hacia ellos temerosa encontrándomelos con dos sonrisas diabólicas.

–No, no.... quería decir que me encan....

–Ballenita, no hace falta que te justifiques.–empieza Kevin.

–Es verdad, ballenita, nosotros te querremos igualmente.–le sigue Josh, les dirijo a ambos una mirada de odio la cual ignoran completamente.

–Te podemos llevar al zoo virtual, ballenita.

–Seguro que allí las de tu especie te entenderían.–ellos siguen riéndose de mi, veo como mi hermana agarra algo de su bolso y me sonríe levemente.

INFECTADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora