#4. Cobarde

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Félix Graham de Vanily

Subía el último escalón de la entrada de la escuela cuando escuché un grito, reaccioné inmediatamente sosteniendo a Marinette antes de que cayera de cara al suelo.

-Wow, que buenos reflejos tienes...eh, gracias por no dejarme caer- no pude evitar recordar que hice que Ladybug hiciera esa promesa.

-De nada- contesté soltandola, percatandome de su olor a rosas, el mismo olor que le sentí a Ladybug ayer.

-Por cierto, mí papá te mandó esto- me entregó una bolsa con el logo de la panadería de sus padres.

-Notó que te encantaron los croissant de chocolate, así que te mandó 3- sonreí de medio lado, saqué uno para entregárselo a ella.

-Son tuyos- dijo sin agarrarlo.

-Así es y como son míos yo decido que hacer con ellos. Siéntate especial, no comparto lo que es mío con nadie, conste que lo hago porque tengo que mantener mí excelente figura- ella soltó una carcajada, su risa es demasiado graciosa, así que no pude evitar reír también.

-¿Puedes reír?- dijo deteniendo su carcajada de pronto haciendo que la fulmine con la mirada y deje de reír también.

-¡Félix Graham no es un robot!- exclamó como si fuera su mejor descubrimiento.

-No te enojes, te van a salir arrugas- picó mí ceño fruncido para luego darle un mordisco al croissant que le regalé empezando a caminar.

-Por cierto, deberías de reír más seguido, el sonido de tu risa es agradable de escuchar- me guiñó el ojo entrando a la escuela, pude sentir mis mejillas calientes.

Esa niña.

La seguí, ella había chocado con Adrien y estaba murmurando cosas sin sentido.

-¡Hola Félix!- saludó mí primo, no había ni respondido cuando él ya me estaba abrazando.

-Hola Adrien- correspondí el abrazo mirando a Marinette que nos veía con una gran sonrisa.

-¿Por qué no nos dijiste que te quedaste en París? ¿Por qué no te quedaste con nosotros? ¿En dónde estás viviendo?- me bombardeó de preguntas.

-No les dije porque no quería molestar, sabes que después de todo tu padre y yo no nos llevamos muy bien. Además mí madre también es adinerada, puede pagarme el departamento que desee- contesté haciendo que en su rostro se notara la decepción.

-Me hubiera encantado que vivieramos juntos, sería genial- sus ojos verdes llenos de tristeza me vieron fijamente pero por nada del mundo pienso vivir bajo el mismo techo que el desquiciado de su padre.

-Lo siento, supongo que mí tío ya sabe que estoy aquí.

-Sí, ayer me preguntó si estabas aquí- por supuesto, ayude a derrotar a 3 de sus akumatizados.

-Por cierto, te invitó a cenar- por nada y suelto una risa.

-Ah, lo siento, ya tengo planes- Adrien se vió aún más decaído.

-Está bien- se dió la vuelta alejándose lentamente de nosotros.

-Marinette- le llamé a la chica que seguía a mí primo con la mirada.

-¡Dupain-Cheng!- elevé un poco el tono de voz haciéndola saltar en su lugar.

-Dios, no me asustes así- se quejó poniendo una mano en su pecho.

-Oye, se ve muy triste ¿Por qué no quieres estar con ellos?- la miré seriamente.

-No es de tu incumbencia- respondí fríamente siguiendo mí camino hacia el aula.

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