Capítulo 1

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Esta historia empieza en un mundo muy distinto al que conocemos. En él hay cientos de reinos, pero había tres de ellos que eran los más grandes y con los más temidos reyes, el reino JYP, el SM y el YG. Nuestra historia comienza en JYP. La familia real constaba con el rey Jaebeom, ocho encantadores príncipes y cinco hermosas princesas. Solo los hijos puros del rey, es decir, sus hijos con la reina, podían heredar el trono. Ellos se llamaban Bangchan, Changbin y Chaeryeong. Sus demás hijos eran de sus concubinas, salvo tres de ellos. Uno era un joven muy solitario llamado Jisung, uno de los mejores caballeros de la corte real, tanto como su padre biológico, Mark, el soldado más leal al rey quien había muerto en su honor y a quien decidió adoptar como suyo. Los otros dos niños eran hijos ilegítimos de la difunta reina, dos mellizos, Hyunjin y Yeji, tan delicados, hermosos y parecidos a su madre, quien había sido ejecutada como adultera cuando se descubrió que no eran verdaderos herederos. Los príncipes habían crecido juntos, manteniendo una fuerte amistad. Al pasar de los años comenzó a surgir un gran interrogante, quien heredaría el trono. La ambición, el deseo y los más oscuros secretos hicieron crecer la tensión entre quienes una vez fueron tan unidos, sin embargo, nadie se esperaba que esa noche una dama de la corte se encontrara con la escena de un crimen. La victima de aquel violento ataque no era otro que el rey.

Una semana atrás:

Cuando una concubina del rey concebía a uno de sus hijos se le concedía un ala especial del castillo, con una gran habitación y un hermoso jardín. La primera concubina real tenía el jardín más grande y hermoso de todos, con miles de rosas, un pequeño lago y un hermoso puente. Era la más ambiciosa y pretenciosa de todas. Había esperado que tras la muerte de la reina ella pudiera ocupar su lugar, pero aun después de quince años el rey seguía negándose a visitarla nuevamente. Aun así, ella lo esperaba cada día desde su ventana.

- Señora, su té está servido- dijo una de las criadas. La mujer estaba frente a su ventana de brazos cruzados y en total silencio. Del otro lado de la ventana podía verse un hermoso y colorido paisaje, pero ella solo podía ver fracaso y soledad.

- Es deprimente verte hacer eso cada día. ¿Por qué no lo mandas al demonio? - pregunto su hijo mayor, Minho, con una cínica y falsa sonrisa.

- Cuida tu vocabulario.

- ¡Sí! ¡Al demonio! - rio su hermana Riujin siguiéndole el juego. Ella y su hermana estaban sentadas, ya tomando el té.

- ¡Hey! Tu eres una dama, ¿Cómo pretendes conseguir prometido con esos modales?- dijo su madre dando la vuelta.

- ¿Quién dice que quiero un prometido?

- Quien no- añadió su hermana.

- Yuna, no todas las mujeres sueñan con un marido e hijos. ¿Por qué mi vida debería centrarse en eso? No soy mamá.

- Gracias a mi eres una princesa, no seas desagradecida. Siempre me juzgas- dijo mientras se sentaba en la mesa.

- No tengo nada que agradecerte, no pedí ser una. ¿Sabes que quiero? Unirme a la caballería.

- Eso es cosa de hombres.

- ¿Quién lo dice?

- Madre, si a Minho no le gusta la caballería y a Ryunjin sí, ¿Por qué mejor no intercambian? Todos serian felices- pregunto Yuna.

- ¡¿Qué, se han vuelto locos?!

- No ayudas ¿Por qué no te pierdes y vas a tocar tu flauta?

- Lo haría si el gato de Minho no la hubiera hecho añicos.

- No sabes tocar esa cosa, inquietabas a Dori- se defendió el joven mientras acariciaba a un pequeño gato grisáceo.

La maldición del ilegitimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora