Capítulo 4

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Aquella mañana, por primera vez, Bangchan se acercó al trono de su padre, pasando el gran escalón que siempre los separaba. Todo su cuerpo temblaba, tenía escalofríos. Podía sentir a su padre aun presente como un fantasma que perturbaba su paz. Su cuerpo había marchado, solo quedaban cenizas, y aun así lograba torturarlo. Se sentó en el trono, dejando salir un suspiro. Por primera vez en todo ese tiempo se permitió llorar en silencio. Estaba cansado, todo estaba saliéndose de control, no le quedaba más que apartar sus sentimientos y actuar como un rey haría, después de todo, lo habían educado para eso. Por dentro sabía cuánto deseaba proteger a todos sus hermanos. En el pasado su única preocupación era cuidar de ellos, ahora se suponía que debía verlos como posibles enemigos, amenazas a su corona y a la estabilidad del reino.

Inmerso en sus sentimientos no noto que Felix se acercaba hasta que sintió su presencia justo frente a él. Se paro frente Bangchan y apoyo su mano sobre su hombro, mirándolo con pena en sus ojos.

- Estoy bien- dijo secando sus lágrimas.

- No tienes que mentirme ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

- No podemos ocultar la muerte del rey por mucho tiempo. Comienzan a sospechar. No dejo entrar a las criadas a su habitación y los caballeros me presionan por respuestas.

- ¿Qué has dicho?

- Que estaba enfermo. No tenemos tiempo. Tienes una semana.

- ¿Una semana? – dijo con preocupación.

- Lo siento, en serio. Si es mucho para ti puedo contratar a alguien.

- Eso no nos conviene, se volverá obvio. Debe quedar entre nosotros.

- ¿Entonces?

- Comenzare la investigación.

- Tenemos el arma homicida, eso puede servir de algo, supongo. Si vas a interrogar hazlo con sigilo.

- Por supuesto- dijo haciendo una reverencia. Dio la vuelta para comenzar con sus nuevos deberes, pero la voz de Chan lo freno- ¿Qué pasa? - dijo mirándolo nuevamente. Sus ojos aún estaban cristalizados.

- ¿Tú... me crees verdad?

- No hay nada que me motive más que demostrar tu inocencia- Bangchan se levantó de su trono con una sonrisa.

- ¿Puedes darme un abrazo?- Felix estiro una dulce sonrisa y sin dudarlo corrió hacia él dándole un fuerte abrazo. Los brazos de Chan eran cálidos, un lugar seguro para él. Su vínculo era tan grande que podría considerarse algo bueno como peligroso, como dependían el uno del otro para definir un día como bueno o malo, soportar el dolor o sentir alegría. Todo su mundo dependiera de algo tan lindo como inestable.

Felix estaba desorientado, asustado y confundido. Debía encontrar una solución a sus problemas en tan solo una semana. Empezó la investigación esa misma tarde junto a Changbin, quien se encargaría de identificar las huellas en la espada con la que habían asesinado al rey.

- Gracias por ayudarme- insistió Felix.

- Ya dijiste gracias, unas tres o cuatro veces- dijo sin desconcentrarse en su tarea.

- No quería molestarte.

- ¿Qué es eso? - dijo mirando una larga lista que sostenía entre sus manos.

- La lista con todos los sirvientes del castillo.

- Esto es absurdo, ¿Qué vamos a hacer?

La maldición del ilegitimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora