Capitulo nueve

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Angélica

Siento un enorme dolor de cabeza cuando me despierto en la mañana, me siento cansada y los recuerdos de lo que hice anoche me invaden. Pase toda la noche apostando y bebiendo como si mi vida dependiera de ello, incluso Mónica intento detenerme en varias ocasiones pero la termine arrastrando conmigo.

Me sorprendo cuando me doy cuenta que estoy en la habitación de mi tío Gio. Comienzo a preguntarme mentalmente como llegue aquí hasta que el recuerdo de anoche me invade, aumentando mi dolor de la cabeza. Me levanto de la cama para buscar una píldora para el dolor de cabeza, pero me sorprendo aún más cuando veo que estoy en ropa interior, busco mi vestido hasta que lo encuentro y me lo coloco.

Me dirijo hacia mi habitación donde de inmediato voy al baño para tomar una ducha y poder cambiarme de ropa. Después busco entre mis cosas hasta que encuentro una cajita de ibuprofeno, tomo una y me armo de valor para poder salir de mi habitación.

Estoy segura que recibiré un sermón cuando vea a mi tío y lamentablemente para mí sé que me lo he ganado. Los recuerdos de ayer inundan mi mente y me avergüenza la forma en que me comporte delante de mi tío Gio.

Encuentro a mi tío en la cocina preparando el desayuno, me mira cuando llego y me hace una señal para que me siente en el taburete de la barra del desayuno donde ya está un plato de huevos fritos y tocino esperándome.

—Bueno días —digo pero él no contesta se limita a verme comer.

Y no es una broma mi tío me ve meticulosamente mientras tomo cada bocado de mi comida y debo decir que su mirada me aterra.

Solo cuando termino decide que es momento para hablar y antes de que diga hago sé que he metido la pata.

—Paolo llevo a tu amiga a su casa—dice de forma cuidadosa mirándome fijamente— ¿Que estabas pensando a ir a un casino y comportarte de esa manera?—

—Tío...—trato de decir algo para poder defenderme pero me interrumpe.

—Llame a Dante y me digo que te envió un mensaje para que no fueras sin el al casino y te llamo varias veces pero no contestaste— en mi defensa el viaje estaba planeado y ya estaba vestida y arreglada no me iba a regresar a casa así como si nada—Como si no fuera poco tuve una reunión ese día con uno de mis más importantes socios ¿qué hubiera pasado si te hubiera visto?—

No digo nada.

—Yo te lo diré— dice siniestramente mi tío—Los hubiera matado si te llegaban hacer algo y seguramente estaríamos en una guerra—

—Lo siento sé que fui muy imprudente y lo que hice no estuvo para nada bien—digo derrotada porque a estas alturas reconozco que hice algo muy estúpido.

Mi tío suspira—Te quiero Angélica y sabes que tu seguridad es mi prioridad no te pido que no salga, al contrario lo único que quiero es que tengas cuidado al elegir a dónde vas porque nuestros enemigos siempre están al asecho—me sorprende la declaración de mi tío, creo que nunca lo he visto hablando tan seriamente y expresar de esa manera sus emociones.

—Sé que quieres cuidarme—tomo su mano—Y te prometo que seré cuidadosa y no hare cosas tan tontas de nuevo—

—Todo lo que hago es por ti y no sé qué haría si algo te pasara—dice para luego coger mi plato y ponerlo en el lavavajillas al tiempo que se va y desaparece por el pasillo.

Quedo un poco atónita por aquella confesión y trato de calmarme mientras me dirijo hacia mi habitación. Es una suerte que no tengo clases gracias a que hoy es sábado, necesito quedarme en casa y pensar en algunas cosas.

El Ángel de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora