Capitulo veinte

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Angélica

No todo lo bueno dura para siempre y eso es lo que siento cuando nos vamos de la isla. Ha sido un tiempo hermoso, relajante incluso. Hemos podido aprender a interactuar entre nosotros de una manera más íntima, pero todavía nos faltaba un largo camino. Y a pesar de que no quiera pensar en ello sé que al llegar a Chicago muchas cosas cambiaran.

Pero ese cambio ya no me asusta, necesito ser fuerte y aprender de este mundo. Soy una Moretti y mi destino ya está escrito en sangre y dolor, es un camino del que muchos huirían sin pensarlo pero por alguna razón me siento atraída hacia él. Creo que Gio tiene razón cuando dice que hay una parte oscura en mí, una parte que solo necesita ser liberada.

— ¿En qué tanto piensas, esposa? — pregunta Gio haciendo que voltee para mirarlo desde mi asiento en el jet privado. El orden de los asientos en el jet permite que estemos enfrente del otro con una mesa a nuestra disposición llena de bocadillos y otros aperitivos que trajeron las azafatas para nuestra disposición, no me había dado cuenta que estaba mirando las nubes en la ventana perdida en mis pensamientos.

—No es nada— dije un poco más cortante de lo que quería haciendo que frunza el ceño.

—Angélica—gruño. Era evidente que era una orden y joder a pesar de que odiaba que se pusiera en plan mandón una parte de mí le gustaba.

—Solo estaba pensando en las posibilidades que volvamos a lo mismo de antes ahora que regresamos a Chicago— no dijo nada así que continúe— No quiero que me trates como una niña Gio, puede que sea joven pero se lo suficiente de este mundo para lidiar con él.

—Creme que si no supiera que puedes lidiar con esto no estaríamos casados— dijo con su voz ligeramente profunda no perdí de vista como sus ojos se posaron ligeramente en el escote de mi vestido lo que me hizo sonreír— Pero aun así la desobediencia en nuestro mundo tiene consecuencias y lo sabes muy bien. Como eres mi esposa no te castigare como a mis hombres pero no dudare en colocarte sobre mi rodilla y darte algunos azotes de ser necesarios.

Lo dijo con tanta calma y seguridad que me hizo temblar. No habíamos consumado nuestro matrimonio todavía, creo ninguno de los dos estaba listo para hacerlo de inmediato. Pero ahora la tensión sexual era evidente y tenía la certeza de que no pasaría mucho tiempo hasta que estuviéramos juntos. Solo pensar en eso enviaba una ola de calor a mis muslos que hacían que mi sexo doliera y se llenara de humedad, nunca pensé que estuviera emocionada por mi primera vez sobre todo porque sé que la mayoría de las mujeres siempre tienen una mala experiencia cuando pierden la virginidad. Pero con Gio no tenía duda de que se encargaría de que ambos lo disfrutáramos.

—Entonces supongo que disfrutare desobedeciéndote seguido— dije mientras sonreía y tomaba un sorbo de mi vino.

Otra de las cosas que Gio me había enseñado era a disfrutar de un buen licor pero no estoy hablando de esas botellas de veinte dólares que consigues en un supermercado cualquiera, o no Giovanni Moretti no podía consumir alcohol que no estuviera adecuadamente añejado y fuera estúpidamente caro. Me confeso que tenía una colección de licores de todos los tipos inimaginables en casa, por supuesto los mantuvo escondidos de mi por miedo a que terminara con su colección. Pero ahora nada me detendría de poder disfrutar de una buena botella de vinos de su colección, había encontrado mi amor por el vino y no estaba dispuesta dejarlo.

Cuando llegamos a Chicago fuimos recibidos por Dante que de inmediato comenzó a darle informes detallados a Gio de lo que había pasado en su ausencia. Todavía me dolía verlo con su cicatriz sabía que era algo que podría marcarte, pero como todos los hombres de la famiglia Dante era duro, acepto su castigo y debo de admitir que la manera en que lo afronta es algo respetable.

El Ángel de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora