Giovanni.
Estaba mejor que nunca. Después de dos días de no salir de mi habitación, me sentía renovado. Puede que Angélica fuera virgen pero en solo unos pocos minutos la había convertido en una adicta al sexo. Creo que si no me hubiera levantado hoy primero hubiera tenido el deleite de tenerla montando mi polla, éramos adictos el uno al otro.
Pero el imperio Moretti no se gobernaría solo, necesitaba trabajar para poder seguir operando en el nivel que la familia lo necesitara. El trabajo era demandante y exigía mucho de mi tiempo, por lo general podía pasar el resto del día solo en mi oficina. Pero estaba casado, era hora de que repartiera mi tiempo, así como en su tiempo lo hizo mi padre. Es peligroso dejar el trabajo de la oficina a un lado ya que siempre tenemos nuevos enemigos, pero necesitaba darle tiempo a mi relación con Angélica, era la única manera de que pudiéramos crecer como pareja juntos.
Despejo mi vista del ordenador cuando escucho que tocan la puerta, doy el permiso requerido para la que entre la persona que está tocando la puerta, que por mi instinto creo saber de quién se trata o mejor dicho de quienes se trata.
—Veo que estas muy bien después de esta noche— dijo Paolo.
—Te dije que tendría una buena noche, si estuvo dos días en su habitación— replico Dante.
Trate de no rodar los ojos mientras los miraba.
—No tengo tiempo para tonterías ¿Qué sucede? — dije mientras los dos se sentaban en las sillas al frente de mi escritorio.
—Oh, vamos hombre, pensé que estarías más contento.
Estaba de buen humor, no negaría. Estar con Angélica esas noches hizo que me renovara. Fue el fin de una larga sequía, mi celibato de algunos años dio su fruto esperado. Y estaba encontrando los beneficios de estar casado.
—Ve directo al grano— exijo.
—Los Rossi al parecer están sacando las uñas— informo Paolo—Después de la gala de beneficencia compraron algunas propiedades en Chicago.
Eso fue una sorpresa, por supuesto los Rossi tenían sus principales negocios en Nueva York, eso no significaba que no intentaran expandirse, cualquiera lo haría. Pero había una regla no escrita para nuestro mundo, no te metes en el territorio de otra familia. Si lo haces mínimo pides permiso, para mantener la amistad y la alianza. Lo que hicieron era una seria falta de respeto, pero lo esperaba. No estaban acostumbrados a ser rechazados y en varias ocasiones lo he hecho, supongo que no les ha gustado.
Pero eso no significa que pueden entrar a mi territorio sin mi consentimiento, las cosas se están calentando entre nosotros y si sigue de esta manera solo se pude esperar algo malo. Pero como siempre intento ir un paso adelante, si los Rossi esperan que ceda fácilmente entonces se han equivocado.
— ¿Hay alguna información de nuestro infiltrado? — pregunte haciendo que tanto Paolo como Dante sonrieran.
—No ha informado que al parecer los Rossi no solo están molestándonos a nosotros, si no que también lo están haciendo con los Costello— dijo Dante.
Era sabido que ni los Costello ni los Rossi se llevaban bien, no tengo mucha información al respecto pero su rivalidad ha sido muy conocida, además de ser protagonista de muchas disputas que han hecho que ambas familias firmaran un acuerdo de alianza. No podía entender porque los Rossi molestaban a los Costello, a decir verdad esos hermanos eran temidos en Chicago y las Vegas por una buena razón.
—Es una buena oportunidad para hablar con Alessandro— dije.
Puede que los Moretti también tuviéramos algunas rivalidades con los Costello, pero como mínimo esperaba que eso pudiera terminar si era para beneficio mutuo. Por supuesto, no era sencillo compartíamos el dominio de una misma ciudad y a pesar de que los Moretti teníamos mayor control sobre Chicago, eso no hacía que en muchas ocasiones peleáramos por un pedazo más grande de terreno, pero en estos momentos mientras más aliados mejor.

ESTÁS LEYENDO
El Ángel de la mafia
Novela JuvenilGio Como Don de la familia Moretti estaba destinado a gobernar. Pero todo cambio cuando apareció ella, Angélica. Me cautivo desde que la vi, supe que tenía que protegerla y no dejarla ir. Pero cuando comenzó a crecer, sentimientos comenzaron a ap...