𝐓𝟐 𝐄𝐏𝟐𝟑

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Trigger warning: Crackship, no habrá lemon o lenguaje altisonante en exceso, Hurt/Comfort, Angst, drama, escenas gráficas de autolesión, drogadicción, trastornos mentales, estrés postraumático, temas de salud mental, depresión, ansiedad, autodesprecio, conductas autodestructivas, conflictos con la imagen corporal y deseos suicidas.

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Los mejores amigos, Timothy, Shuya y la pequeña Hamasaki habían ido a buscar al colegio a Yui a la Escuela secundaria Komagome Junior y Senior, y a las tres primas de Ayumi, las dos gemelas al Centro de educación Secundaria de la sede del distrito de Sumida y la pelirroja Nakano Nara al instituto Shukutoku Junior y Senior. El invierno de Tokio solía ser soleado y con poca nieve, pero también tenía viento seco o poco húmedo. Sentía pena de que sus primas y la de su mejor amigo vistieran solo con uniformes, está bien que eran de una tela gruesa, pero de todas formas llevaban falda, sus delgadas piernas lucían como fideos.

Yui le había pedido permiso a Ayumi para poder llevar de la correa a Choko, mientras que Kotonoha llevaba a Pino, siempre con arneses en el pecho, nunca en el cuello porque podría ahorcarlos, sobretodo al ser tan pequeños. No podía dejar de pensar que le hacía falta Maco, lo extrañaba demasiado, quería a su bebé de vuelta.

No era lo mismo sin su Maco, amaba con todo su corazón a sus otras dos mascotas, pero Maco había perdido la vida de esa manera tan inenarrable que era imposible no sentir su ausencia, su actitud dócil y cariñosa, la manera tan tierna y divertida que tenía de nadar en su bañera o en alguna piscina o playa, solo tenía ganas de llorar cuando pensaba en él.

Solo esperaba que su amado bebé estuviese en un lugar mejor...

Shuya había invitado a las niñas y a su mejor amiga a merendar al centro comercial DiverCity Tokyo Plaza, las infantes querían donas glaseadas y chocolate caliente, Ayumi no deseaba que le vieran comer en público, sabía que si alguien la viera mínimamente relajada divulgaría en las redes que no le había afectado el juicio y solo estaba victimizándose. A la gente no se le había olvidado el altercado tan violento que había tenido con Masaru, aunque ella no recordaba haberlo golpeado, simplemente era como si otra persona lo hubiera hecho, no lo comprendía.

—No puedes dejar de vivir tu vida por unos bastardos infelices y míseros —murmuró con desdén la adolescente teñida de rojo—, desafortunadamente es muy común que esto pase; creen que porque una persona abusada vuelve a vivir su vida tras el evento traumático, entonces no lo sufrió tanto o igual no era para tanto. Cabrones hijos de...

—Vamos a tomarnos un descanso bebiendo chocolate caliente con donas ¿Os mola la idea? —los ojos de las tres crías se iluminaron y Kotonoha y Yui saltaron sobre el japonés.

—¡Claro que sí, me encantan las donas, Yaya! —asintió Yui abrazando a su primo, entre ella y Kotonoha lo habían rodeado, Setsuna sintió pena de que fueran tan infantiles, tan... crías...

—Dais pena ajena, compórtate como una chica de catorce años, Kotonoha —la susodicha frunció el ceño y se le escapó un gruñido por lo bajo.

Odiaba la actitud déspota que a veces tenía su gemela.

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