Alejandro

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El odio habitaba en tus ojos como profundos pozos de fuego.

Furia palpitaban tus venas.

Amor bombeaba tu corazón roto.

Pero ella no podía reconstruir tu mundo.

Ella no era ella.

No podías sustituir a la reina.

Y un rey solo,
no podía reinar.


Muerte en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora