Jugando con tinta

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¿Qué eran las palabras? ¿Por qué jugaba con ellas?

Quiero saber quién era era.

Aquella chica pelirroja, que siempre anda descalza, la que nunca se arregla.

¿Está perdida?

Al menos lo parece.

Se asoma a la ventana y llora. Escribe. Escribe negras líneas en un cuaderno. ¿Será poesía?

Cuando no la gusta, lo arranca y hace que arda, como el infierno.

Está dolida.

Está triste.

Cada noche descorcha una botella. Ahí guarda su sonrisa.

Fuma. Baila con la música alta. No quiere escuchar las voces.

Grita. Ríe. Llora. Da golpes. Y escribe de nuevo.

Su soledad, era la mía.

La observaba cada minuto tras las cortinas.

Sufría. Yo también lo hacía con ella.

Y siempre estuve a su lado, aunque no me viera, dibujándola.

Observando todos los tonos que alcanzaba su piel en cada momento del día.

Viendo como brillaba su pelo al sol. Sus ojos verdes.

Llené cuadernos y lienzos con aquellas imágenes. Para que quedaran siempre archivadas en mi memoria, y si esta fallara algún día, poder recordarla.

Ver lo preciosa que era, y lo rota que estaba.

Nunca pude repararla y, lo siento. Aunque tampoco me dio oportunidad.

Ese día, preferí no asomarme a la ventana.

Ya no estaba.

Ya no iba a estar.

Y quise recordarla como el caos que era.

Mi mayor desastre.

No volviste a escribirme.

Yo, no volví a pintarte.




Muerte en vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora