Hoy era un día triste.
Uno de aquellos muchos en los que todo la sobraba, hasta la ropa.
Se desnudaba por dentro, y por fuera.
Dejando al descubierto sus mil heridas, todavía sin cicatrizar.
La dolía. La dolía incluso por dentro.
Pero sabía que el único remedio era escribir, pero como siempre, lo mismo.
Líneas no resueltas que se tambaleaban al ritmo de su copa de cerveza.
Una tras otra, sin puntos aparte.
Ya iban dos páginas y todavía no terminaba de encontrarse.
Todo eso, tenía el mismo sentido de sus letras: ninguno.
Hoy era uno de aquellos días en los que ya nada importaba.
Y se durmió.
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Muerte en vida
Short StoryTodos somos como un grueso libro. Necesitamos que alguien llegue a leer hasta el final de nuestra historia. Pero todos se cortan con la última página, y no acaban de leer.