Prólogo:

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Una sola decisión puede cambiar radicalmente el curso de una historia.

Durante su cuarta prueba en el cuerpo de Lester Papadopoulos, el antiguo dios Apolo enfrentó al antiguo rey Tarquinio en una carrera contra el tiempo en la que intentó salvar el campamento Júpiter de la invasión llevada a cabo por los vrykolakai y eurinomos del antiguo gobernante, todo eso mientras luchaba por no sucumbir a la infección del veneno de demonio y convertirse en otro muerto viviente bajo las órdenes del rey romano.

En el momento más crítico, y después de una difícil misión en busca de los ingredientes necesarios, el dios logró hacen una invocación sibilina, con la cual su hermana, Diana, estuvo autorizada por las leyes antiguas a intervenir directamente en el conflicto y preservar el legado de Roma, incluso en contra de los deseos de Júpiter, quien nunca permitió que ningún dios interviniese en las pruebas de Apolo.

Sin embargo, cada decisión que se pudo o no haber tomado termina haciéndose realidad en alguna realidad alterna. En ocasiones, esos mundos paralelos son paraísos en los que el mal y las injusticias no tuvieron ocasión de alzarse.

Pero ese no es el caso de este mundo de pesadilla, en el que Júpiter prohibió tan tajantemente que Diana o cualquier otro dios ayudase a Apolo, que llevó la muerte en vida a todos los seres de aquel oscuro mundo.

Las antiguas creencias griegas habían de los vrykolakai, personas muertas cuyas almas se niegan a aceptar dicha realidad y que siguen intentando seguir con su vida cotidiana, atormentando con visiones y pesadillas a los familiares y amigos que dejaron atrás.

Por el otro lado, se cuenta que en lo más oscuro del Inframundo habitaba un Daimon, una deidad menor conocida como Eurinomo, el devorador de cadáveres.

De alguna forma, Tarquinio había unido a ambos tipos de criaturas, convirtiendo a los eurinomos se en una raza de demonios salvajes en cuyas garras y dientes yacía un poderoso veneno debilitante que drenaba la energía de su víctima hasta matarla eventualmente.

Pero lo peor era lo que venía después, el cadáver se levantaría del suelo en la forma de un vrykolakos, un muerto viviente que únicamente existía para obedecer a su amo y esparcir la infección entre más personas.

Todo eso llevado al extremo en la última batalla "normal" qué librarían los semidioses de allí en delante. La noche que marcaría el inicio del fin.







—Nunca saldarás de este sitio—gruñó Hazel Levesque, centurión de la Nueva Roma—. Mis tropas están acabando con tus últimos invasores. Ya sólo quedamos nosotros. Y tú estás a punto de descansar en paz.

Tarquinio, el rey no muerto, rió macabramente entre dientes.

—Oh, querida, ¿creías que ésa era la invasión? Esas tropas eran sólo mis escaramuzadores, los encargados de mantenerlos a todos divididos y confundidos mientras yo venía aquí a llevarme los libros. ¡Ahora que sé dónde están, la ciudad podrá ser saqueada como es debido! El resto de mi ejército debería estar llegando por sus cloacas justo...—chasqueó sus dedos huesudos—. Ahora.

En la oculta ciudad de Nueva Roma, en una vieja librería, la arpía Ella había estado trabajando en restaurar los antiguos libros sibilinos de profecías. Libros con los que Tarquinio tenía una profunda conexión y que estaba más que deseoso de recuperar.

Tarquinio, junto con varios de sus vrykolakai, habían arribado en la librería durante el ataque a la Nueva Roma por parte de los emperadores Cómodo y Calígula. Sin embargo, había sido descubierto por Hazel Levesque hija de Plutón, Meg McCaffrey hija de Deméter y Lester Papadopoulos, antes conocido como el dios Apolo.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora