Paz y guerra:

272 48 13
                                    


Finalmente se decidió utilizar la Estación de Paso como centro de comando, mientras que los refugiados empezaron a ser transportados a la Isla de Circe, pasando por la Isla de Polifemo como control de seguridad.

Solamente llegaban pocos refugiados a la vez por medio de la barca solar de Ra. Una vez en la Isla de Polifemo, se revisaba a cada superviviente uno por uno, se aseguraba que no estuviesen infectados, y en caso de que alguno hubiese sido herido por un vrykolakos era separado del resto para recibir el tratamiento adecuado de especie lemuriana.

El cíclope Polifemo no fue ningún problema, con Briareo habiéndolo aplastado al poco tiempo de empezar a molestar.

Durante algunos días la cosa marchó bien, y el refugio de la Isla de Circe se fue llenando de refugiados, que estaban siendo protegidos 24/7 por varios dioses, semidioses y magos.

Sin embargo, uno de muchos días acabaría con esa calma.







GOLFO DE MÉXICO, ONCE MILLAS DE LA COSTA DE FLORIDA:

En una pequeña barca de madera, Hestia, diosa del hogar, navegaba a la deriva.

No sabía exactamente cómo había acabado todo como lo hizo, y para cuándo se quiso dar cuenta, estaba a mitad del mar sin recursos o compañía.

Estaba relativamente bien, gracias a su condición de diosa, pero tantos días a la deriva la habían debilitado, tanto que ni siquiera pudo sentir cómo el agua se agitaba hasta que fue muy tarde.

La pequeña embarcación se volcó violentamente, lanzando a la diosa al mar.

Hestia miró a todos lados en pánico, viendo con horror la veloz figura de quien alguna vez había sido la diosa Roda nadando a toda velocidad hacia ella.

La guardiana de la flama sabia qué debía hacer, pero eso no evitó que apartara la mirada llena de lágrimas mientras descargaba una poderosa lluvia de fuego contra su atacante.

El calor bastó para pulverizar a Roda, incluso estando bajo el agua. Pero tantos días a la deriva y el gasto de energía le pasaron factura a Hestia, quien cayó inconsciente unos segundos después.







Leo volaba a toda velocidad montando a lomos de Festo, cuando avisto un cuerpo flotando a la deriva en el mar.

Sin saber muy bien qué hacer, Leo ordenó a su dragón de bronce que la recogiera y la llevarán a tierra. Festo tomó a la diosa delicadamente entre sus garras y siguió su camino hacia la Isla de Polifemo.







ISLA DE POLIFEMO, MAR DE DE LOS MONSTRUOS:

—Lady Hestia...—dijo Reyna—. ¿Se encuentra bien?

Nico se cruzó de brazos.

—Bueno, no es un vrykolakos. Fuera de eso, no se ve muy bien.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora