Dioses y monstruos:

378 49 25
                                    


ALGUN PUNTO DEL OCÉANO PACÍFICO:

Poseidón sabía que algo iba mal, había sentido un bajón en su poder de proporciones astronómicas. No había estado muy pendiente de la superficie últimamente, pero era obvio que algo no iba bien.

El dios de los mares había decidido echar una mano en lo que fuera, pero tenía un mal presentimiento sobre lo que estaba sucediendo en la superficie. Por lo que pensó en buscar supervivientes a lo que fuera que hubiese pasado en alta mar.

Un viejo barco de transporte navegaba a la deriva por el océano, no parecía haber señales de vida en él. Y eso llamó la atención de Poseidón.

Lastimosamente, la intervención del soberano del océano era una eventualidad prevista por Tarquinio.

—¿Hola?—preguntó Poseidón—. ¿Hay alguien aquí?

El dios escuchó gruñidos y golpes del otro lado de las puertas de un contenedor metálico, un apenas audible gritó de ayuda se escuchó a través del metal.

—Está todo bien—aseguró Poseidón—. La ayuda...

Al abrir la puerta, el dios del mar fue testigo de cómo una grabadora de audio reproducía su cinta en medio del contenedor, el cual estaba lleno a reventar con eurínomos.

—¡¿Qué mier...?!

Los demonios se abalanzaron sobre el dios, quien atravesó a varios de ellos con una estocada de su tridente.

Aún así, uno de los monstruos logró enterrar sus garras en el pecho de Poseidón.

El soberano de los mares retrocedió, aturdido y abrumado por el sorpresivo ataque. Decenas de demonios arremetieron contra él. Poseidón soltó su tridente y cayó por la borda del barco, seguido por decenas de monstruos que se lanzaron tras él.







MANHATTAN, NUEVA YORK:

Desde la cima de un rascacielos, Nico y Will observaban los incendios y el pánico que se había adueñado de las calles de la ciudad. Cientos de accidentes y gritos de dolor se escuchaban a todo volumen y desde todas las direcciones.

—Mis padres están bien, ya están a su casa de seguridad, pero quisieron mandar un helicóptero a por mí—dijo Rachel Elizabet Dare, detrás de ellos, guardándose su teléfono celular en el bolsillo.

—¿Y entonces?—preguntó Will.

—Nada, solo fingí que me comían viva para intentar disuadirlos de venir—se encogió de hombros—. Ojalá funcione. Por ahora, el edificio ya está bloqueado y asegurado, al menos los pisos de arriba. Tenemos recursos para un par de días y tenemos espacio para bastante gente. Nico, habrá que empezar a traer supervivientes.

El hijo de Hades asintió con la cabeza.

—Partiré de inmediato.







AFUERAS DEL ESTADO DE KANSAS:

Thalia Grace se despertó en su tienda de campaña, agotada y adolorida por su más reciente intento fallido de atrapar a la Zorra Teumesa.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora