Salvación y perdición:

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MANHATTAN, NUEVA YORK:

Nadie fue capaz de predecir lo que sucedería, solamente vieron cómo de un segundo para otro los suelos se iluminaban y saltaban por los aires en medio de una tormenta de fuego.

Todos cerraron los ojos asustados, temiéndose que todos sus esfuerzos habían sido en vano. Únicamente para encontrarse con que no estaban muertos.

—¿Eh?—balbuceó Will.

Hefesto estaba parado en la cima del edificio, usando su control sobre el fuego para que las llamas los rodearan sin hacerles daño. Las temperaturas eran muy altas e incómodas. Pero dentro de su burbuja, los supervivientes prevalecieron por un día más.

—Mierda, sí que llegaste a tiempo Hef—dijo Hermes, mientras silbaba con admiración.

Rachel soltó una maldición.

—Era obvio que Nerón no se iba a quedar de brazos cruzados—murmuró.

Artemisa miró inquisitivamente a la joven.

—¿Nerón es responsable de esto?—preguntó, mientras señalaba las enormes murallas de fuego que habían remplazado a cada edificio de Nueva York.

El dios del fuego, Hefesto, se veía agotado mientras intentaba proteger el edificio en el que se encontraban.

—Yo... no... sé cuánto tiempo.... más pueda resistir—dijo entre sudores.

Los supervivientes guardaron silencio mientras veían la ciudad arder, si había habido algún otro grupo de supervivientes en la zona. Había muerto en ese mismo instante.

—Hay que evacuar—decidió Artemisa—. Aún tenemos el carro lunar, a Arión y el carro de Hefesto. Transportaremos a los supervivientes a una zona segura.

Hermes ladeó la cabeza.

—¿Existe alguna zona segura, para empezar?

Artemisa asintió con la cabeza.

—Tengo una base secreta en Indiana, es independiente del resto del mundo, está oculta y no tiene conexión alguna con el Laberinto. Si hay un sitio seguro en el planeta, es allí.

Annabeth señaló hacia las calles ardientes de lo que alguna vez fue Manhattan.

—¿Qué es eso?—preguntó.

Una figura caminaba entre las llamas, cubierta con una capa o manto que le protegía del infierno que se había desatado en el lugar.

Hermes sonrió emocionado.

—Maldita sea—rió—. Obviamente la cabeza de búho está viva, solamente ella tendría un plan de emergencia para el Apocalipsis zombi.

Efectivamente, Atenea, la diosa de la sabiduría y la estrategia, caminaba entre el fuego, protegida con un traje echó de su propia capa mágica, la Égida.

—¡Creo que si alguna vez hubieron dudas de qué Zeus es un total imbécil ya dejaron de existir!—gritó de entre las llamas.

Annabeth no pudo evitar que se le escaparan algunas lágrimas de alivio.

—¡Es bueno verte viva, madre!

La diosa asintió con la cabeza.

—¡Ahora, ¿alguien podría ayudarme a subir?!







ATENAS, GRECIA:

Grecia, las tierras antiguas, el lugar en el que se encendió la llama del occidente.

Tarquinio: el Rey de los No MuertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora